viernes, 31 de agosto de 2007

La revolución bolivariana y su derrotero

Cementerio General del sur, Caracas


“¿Será posible que yo, súbdito de Yacub Almansur, muera también como murieron las rosas y Aristóteles?” Jorge Luis Borges

¿Es una revolución política proveniente del resentimiento social y de los estratos menos educados el mejor garante para la mejoría de un país? Hay sin duda muchos termómetros de diferentes escalas para medir tal evolución. Hoy no utilizaré ninguna de las usuales graduaciones económicas –niveles de paro y de ingresos promedios- que se acostumbran para dilucidar tal materia, ni el nivel de analfabetismo y de mortalidad infantil ni tampoco las nuevas formulas que expresan el progreso del siglo XXI: el porcentaje de conexión de Internet por banda ancha y la cota de inversión que realiza un país en investigación y desarrollo.

Hay otra medición, algo subjetiva, ciertamente, mas es muy visual, y es en el trato a los muertos y a su lugar de acogida, donde reposan para siempre nuestros seres queridos y no queridos, cual refleja con acierto, el derrotero de un gobierno y de una sociedad. El cementerio es para casi toda la civilización occidental un lugar de respeto. Y en su esmero cuidado es el mejor reflejo que tenemos de nosotros mismos; ya que sin respeto al sitio (donde todos sin exclusión llegaremos) sería la demostración de nuestro propio irrespeto hacia los demás y hacia nosotros mismos como sociedad. Y eso dice mucho de un país. En especial si tenemos a un dilapidado cementerio en uso que evoca la visión escatológica que Buñuel nos muestra en dos de sus películas: “Las Hurdes” y “Tierra sin pan”.

lunes, 27 de agosto de 2007

¿Son los otros los que mueren?


Calle Madrid, Las Mercedes

Unas de mis primeras impresiones que hube que reconciliar con mi memoria, o más bien mi olvido, al llegar a Caracas, fue justamente al día siguiente de mi arribo a esta ciudad. Luego de haber recorrido los alrededores donde había vivido mi niñez y mi adolescencia y mi vida de hombre joven, fue el observar a una ciudad que el paso del tiempo no había sido magnánimo para con ella y su gente; a pesar de que me encontraba en lo que es una de sus mejores urbanizaciones comerciales. O eso creía.

Me pregunté ¿cómo es posible que un país sumergido en petrodólares haya empobrecido a una vasta parte de su población; a ésa, precisamente la creadora de riqueza e igualdad: la clase media? Ver edificios y cuadras enteras en proceso de desgaste que lleva insidiosamente a la muerte de la ciudad por la desidia de sus moradores y políticos, es algo poco gratificante para la moral y el porvenir de su gente, pero que ayuda a la desmemoria de lo que no se quiere entender. A veces creo que su gente es ciega a tales panoramas. ¿Será una ceguera real, o es como el sentimiento de la muerte, que la sabemos presente, pero son los otros los que mueren?

martes, 21 de agosto de 2007

Anarquía





Tal y cómo lo había mencionado, mañana pongo fin a mis vacaciones, y dejó a mi país en plena turbulencia política y económica, mas la dejo también en ebullición social y sumida en una crisis ética que se balancea entre la aceptación de la corrupción, como algo necesario para preservar el sistema que enriquece a pocos pero que aspergea algo a los demás, o votan con deseos que la corrupción continúe cómo manera de preservar el corrupto sistema actual, que según éstos evitaría la instauración de un Estado radicalizado con un caudillo al frente que gerencia como mal emperador a toda la sociedad venezolana. Son minoría los que no desean ni lo uno ni lo otro.

En este choque ético (y cultural) de inseguro resultado podría salir una nueva Venezuela con una sociedad moderna y con una infraestructura actualizada capaz de generar riqueza y acortar las diferencias sociales, o por el contrario, el país podría tornarse en una sociedad mayormente marginal en cultura y riqueza y modernismo, cohabitando con una insaciable nueva oligarquía adinerada y corrupta. En África hay patrones similares, y la antigua Rodesia, ahora Zimbabwe, o la Nigeria petrolera, es en el sucio espejo cual pudiera reflejarse el país de seguir por los caminos de la improvisación y de la corrupción política.

Nada para entender mejor para aquéllos que quienes desde lejos tratan de comprender la revolución bolivariana cómo leer las diferentes pintadas con eslogan políticos que muestran claramente los reales enfrentamientos de carácter ético. Les muestro cuatro fotografías cual cada una es por sí representativa de la creciente e insoslayable crispación política de la población venezolana.

La pintada de “Cisnero vendido” (debería decir Cisneros) es reflejo del repudio por una importante parte de la población a un riquísimo empresario que domina buena parte de los medios de comunicaciones que estiman se plegó al corrupto régimen bolivariano al no salir a la necesaria defensa de un medio de comunicación privado cual le ha sido anulada su concesión televisiva por parte del gobierno por haber sido una emisora de televisión adversa al gobierno.

La siguiente pintada es la confrontación entre los que apoyan de manera irrestricta al gobierno de Chávez y los que lo repudian. La borrada y desborrada con el “sí” y el “no” y la palabra “traidor” son sinónimos de la realidad del enfrentamiento de la población.

Y los más acérrimos enemigos del presidente Chávez tienen palabras fuertes a sus tropelías y diatribas, llamándolo: “Chávez asesino”. Por último tenemos una pintada que claramente define una desesperación lucida de lo que quizás es la situación actual del país: “anarquía”


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miércoles, 15 de agosto de 2007

Caracas ciudad dividida

Vista hacia el cerro Ávila de un lado de la cerca


Barrio Washington (del otro lado de la cerca)

Todo tiene su final y a escasos días del fin de mis tan esperadas vacaciones de veraneo no dejo de pensar en el impacto emocional que ha tenido para mí estas vacaciones luego de un poco más de un año de haber visitado mi adoptiva ciudad natal.

Trataré de sobremanera de recopilar mis impresiones y darle formato coherente a ellas con el objetivo de comprender yo mismo los inusitados cambios (pero no inesperados) que la ciudad ha tenido sobre mi memoria. Espero que con este ejercicio (y rompo por unos días mi pausa vacacional) logre entonces poder presentar (en esta entrega y a las que les seguirá) a mis lectores de manera franca mis sentimientos con respecto al turbulento cambio político cual se enfrenta mi país.

De las imágenes idílicas (al menos para mí) que les presenté en mi anterior escrito he tenido que conjugar una realidad plena de contrastes. Me he encontrado con una ciudad (o más bien todo un país) en plena efervescencia revolucionaria que ha castigado con dureza su infraestructura y que ha divido a su población entre los incondicionales del régimen y sus contrarios. Y por tanto se ha engendrado “un odio social” como lo expresó recientemente el ex ministro de justicia venezolano Fermín Mármol León en el programa televisivo “Yo prometo”* de la periodista Nitu Pérez Osuna.

Sus contrarios son los que han recibido hasta la fecha, ya sea por su honesto trabajo o los más por el germen de la corrupción, la riqueza fácil del pernicioso oro negro. Los otros, los incondicionales, lo que están del otro lado de la cerca, los que ven hacia abajo, han sido los agraviados. Éstos son ahora los supuestos agraciados del nuevo régimen pero no por ello han logrado salir de la miseria. Y mientras los siempre marginados siguen con incautas esperanzas, el país camina por un derrotero incierto con una naciente nueva corrupta oligarquía.

*Programa televisado el 12 de agosto de 2007.