domingo, 30 de septiembre de 2007

Hollywood

Desde la urbanización Los Ruices, Caracas

jueves, 27 de septiembre de 2007

Agotamiento revolucionario




Sede del partido Unidad Popular Venezolana

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lunes, 24 de septiembre de 2007

Recordar (en las revoluciones)

Calle Tucupido, Caracas

Regresar en los recuerdos a través de la fotografía y la música son evocaciones complejas y similares. Y son estas dos magias del tiempo que nos ayuda a recordar. La fotografía personal nos trae inmediatamente a un recuerdo imaginario de imágenes que flotan imperceptiblemente en la memoria; la chica con quien te diste tu primer beso y que te enamoraste locamente, el hijo bebe que se mantiene apenas de pie con su inmodesta sonrisa, los amigos que ya no ves y los que se fueron en un viaje sin fin, tu padre cuando era joven o el que ya no está, tu abuela quien siempre fue anciana en tus recuerdos, el paseo hacia el altar de la iglesia con la mujer que más querías, el vecindario que lo recuerdas como el de antaño.

Pero nada más sugerente para retraer los recuerdos que encontrarse con el pasado en el presente. Esta sensación de sentirse en el ayer lejano la percibí muy recientemente mientras paseaba por la urbanización donde había crecido. Mis ojos no daban creencia que me encontraba en las mismas calles de ayer; cuales había paseado en el Galaxie 500 de mi mamá, o caminado sus aceras mientras cogía de la mano de mi inolvidable Aloma, o entrecruzaba los dedos de mi soñada Penélope, o pensaba en la chica del último fin de semana con quien había bailado piel a piel; y por lo que latía con fuerza mi corazón ese día. Observar que en estas calles permanecían intactas con sus Mustangs, Montecarlos, Chevy Novas, y Land Roveres, mientras escucha inopinadamente La vi parada ahí de Los Impala, es ciertamente una de las gracias de las irreparables revoluciones latinoamericanas: el poder de la evocación.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Mesianismo socialista

En los alrededores de Puente Llaguno, Caracas

Es comprensible que en países donde la riqueza se estanca en un sector muy reducido del estrato social provengan cambios políticos de carácter populistas. Es también de esperar que la población busque salida a este círculo vicioso de poderes que se alterna de un partido político a otro en las agotadas democracias bipartidistas. Pero cuando un pueblo se enrumba por el sendero del totalitarismo populista, personificado por una persona a quién se le deposita la fe para la solución de la pobreza de ellos, es hora de que la gente despierte de tan ingenuo sueño. Pues si el bipartidismo no ha sido la solución esperada, lo es menos aún un partido único personificado en un cacique.

A través de la Historia del siglo reciente pasado ha habido sendos personajes autocráticos y doctrinarios a quién el pueblo les depositó su confianza; y que les defraudaron. Podría enumerar a muchos de ellos, mas los más sobresalientes, debido a sus ideologías transfronteriza, han sido, a mi juicio: Lenin, Stalin, Hitler, el Che Guevara. Ahora tenemos en el introito del siglo XXI a un nuevo personaje que levanta sueños quijotescos en el tercer mundo. Hugo Chávez Frías es el nuevo abanderado de tal herencia. Y esto es especialmente obvio cuando se ofrece a la venta callejera la imagen de este redentor mesiánico en camisetas y gorras y en todo tipo de bisutería.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Patria o muerte (y buhonería)

Por las esquinas de Piñango y Puente Llaguno, Caracas

En un lugar de la Parroquia de san José, Caracas

Jamás he regresado -a mí pesar- a la Cuba revolucionaria luego de una visita cuando me encontraba en los albores de mi adolescencia justo unos dos años después de la llegada de Fidel Castro al poder. No olvidaré jamás mi estadía en el Hotel Habana Libre y de mis paseos por los ascensores del hotel con los barbudos de entonces que recibían a los huéspedes del hotel llevándolos a cada uno a sus respectivos pisos al apretar por ellos el botón automático del ascensor (pensé que esto era una revolución marxista del trabajo). Mi inocencia párvula me permitió conversar libremente con ellos. Recuerdo la conversación que giraba sobre el tema de la nueva Cuba y de la esperanza del nacimiento de una nueva persona que buscara el beneficio de la sociedad y no del egoísmo capitalista.

Cuarenta y seis años después de este encuentro con el socialismo del siglo XX estoy ahora cara a cara con el socialismo del siglo XXI. Esta nueva revolución socialista latinoamericana promete (nuevamente) –al igual que la cubana del siglo pasado- crear un nuevo hombre que abandone el fardo del materialismo y del egoísmo y que dedique su trabajo al nuevo país revolucionario. Esto conlleva a facilitar el trabajo primitivo y cooperativista en vez del trabajo individual o corporativo con inversiones de capital y, para esto, la restricción del irrestricto lucro individual es una necesidad. Mientras caminaba por las aceras en pleno corazón de la Caracas revolucionaria me topé con diferentes manifestaciones de esta naciente nueva sociedad. La buhonería es ciertamente la más prolifera y la más creativa forma de trabajo de esta inédita revolución: corte de pelo al aire libre: segura apuesta de la revolución bolivariana para el rescate de la pobreza; ¡el próximo!

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lunes, 17 de septiembre de 2007

Ponte Vecchio

Debajo de la autopista El Valle, Caracas

viernes, 14 de septiembre de 2007

Rojo

Parroquia de san José, Caracas

Calle Principal y la Torre, Caracas

Las revoluciones toman sus colores que les ayuda a mantener cohesión entre sus seguidores más iletrados. La revolución bolivariana es fiel a esta tradición. El uso de colores ha sido una costumbre en la política venezolana desde el regreso de la democracia en 1958. En ella se instauró un mecanismo de voto a colores con diferentes tarjetas: tanto en tamaño como en colores; cuyos colores identificaban a partidos políticos y, por ende, facilitaba al elector en su escogencia en el momento de sufragar el voto suyo. Este sistema permitía al analfabeta votar por quien había logrado conquistar su ignorancia política. Existía para entonces un abanico de colores que iban desde el amarillo hasta el blanco. El rojo era entonces abanderado por el Partido Comunista de Venezuela; el mismo color que hoy porta el Partido Socialista Unido de Venezuela. Entonces el rojo fracasó en su intento de apoderarse del poder. Hoy el rojo está en la cresta del poder. Inclusive si este es hacedor de pobreza y portador de ilusiones vanas. Queda la esperanza que el rojo no se venga en magenta: nombre alusivo al color de la sangre derramada en la batalla de Magenta de 1859.

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martes, 11 de septiembre de 2007

Falsos iconos

Edificio CONATEL, Caracas


En memoria del 11 de septiembre de 1973 y del 2001 (Fin de un sueño.)


En países que buscan encausarse por el carril del desarrollo humano la preservación de la libertad es cuestión de lucha diaria. Aunque pensándolo mejor, hasta en los países con democracias aventajadas en el tiempo, la libertad está igualmente amenazada como en otros países -con regimenes democráticos avalados por la saña del voto- cuales se deslizan lentamente en la cloaca del populismo y del caudillismo económico y militar.

En los países menos desarrollados socialmente la lucha por la preservación de las libertades es descarnada. Habiéndoseles ido a sus pueblos la dicha de una vida mejor, la preservación de las libertades es la esperanza de que algún día se pueda recobrar lo perdido en la ilusión. Observar cómo la libertad está asociada falazmente a iconos estadounidenses, cuando han sido éstos, quienes se han rendido a dar la lucha para la preservación de la libertad (de prensa y de otras libertades), al practicar el silencio de la verdad y condescender a la alabanza de un sistema político corrompido al servicio de una aberrante ideología política, es mal augurio –por ahora- el resultado de este conflicto.

Pero hay –pienso yo- todavía ilusión en la vigencia de la democracia en el corazón del pueblo venezolano: al dar la batalla por las libertades. Aunque se aferren a iconos de antaño que hoy en día han sido infaustamente sobrepasados por la realidad. Ahora tendrán que dar la batalla como soldados individuales y crear nuevos símbolos propios que representen la lucha por la libertad. Les deseo –y me deseo (a pesar de mi egoista lejanía)- el mejor de los éxitos.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Mimetismo

Lomas de Tamanaco, Caracas
Barrio Las Minas, Caracas

La cultura de la vivienda son disparejas entre países y aún entre un mismo país, y, la caraqueña, se pudiera calificar de una informalidad planificada. La ciudad se ha visto desmesuradamente envuelta, desde la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en un crecimiento migratorio desordenado que ha dado lugar desde entonces y hasta ahora - en la mal llamada revolución para los pobres de Hugo Chávez- en una progresión desmesurada -y de vergüenza nacional- de viviendas marginales que inopinadamente se ha creado una arquitectura similar entre ellas.

Estas viviendas se caracterizan por ser obras asentadas en las faldas de sus montañas. La totalidad de ellas son precarias con respecto a su sanidad y al confort asociado a la privacidad. Los materiales usados han ido evolucionando con el tiempo y la riqueza del país. Hoy son viviendas construidas de ladrillos y cemento y con un fluido eléctrico a expensas de otros. El sistema de cloacas es funcional pero el sistema de sanidad urbana es de escasa referencia.

La otra ciudad, la grandiosa, la ciudad de los pudientes, quienes se apropiaron, según el arquitecto Fruto Vivas, “de los árboles, los pájaros y las mariposas, que una vez fueron de toda la ciudad, con inmensos campos de golf donde apenas unos cuantos los usan”*, o más bien ha sido, gracias a ellos, los guardianes del futuro, porque sus impecables campos de golf, mantenidos por sus propias expensas, “podrán convertirse en parques” algún día, como se expresó el profesor Marcos Negrón**, pues de haber sido tierra de nadie, ésta hubiese sido vejada por el espíritu de la “rancherización” (de favelas).

Pero el paso del tiempo ha traído modificaciones panorámicas de la ciudad. Las vivienda de la clase media se ha mimetizado a las marginales, compitiendo por el espacio de la montaña y sus vistas, sus colores y materiales; más no de sus olores y privacidad. Solo falta ahora que a los barrios de las viviendas marginales se les adecente, dándoles seguridad, creándoles aceras, canalizaciones de electricidad y telefonía, de iluminación pública y de agua corriente y de aguas servidas. Solo así la revolución de Chávez merecería un aplauso que hasta ahora la clase media honesta le reniega con justicia en dársela: y para con eso su mimetización sería completa.

*La ciudad que queremos publicado en la revista A plena voz, edición 52
**Ex decano de la UCV en una entrevista publicada en la edición 3.13 de la revista Veintiuno