viernes, 30 de mayo de 2008

Trenes de Buenos Aires

TBA (y Torre de los Ingleses)

Trains of Buenos Aires

miércoles, 28 de mayo de 2008

Para Caracas


Rue Copernic, París

Ha sido Mario Benedetti en su extraordinario libro sobre su memoria de los recuerdos de su invariable exilio donde leí que el regreso del exiliado a casa es regresar como emigrante, pues el emigrante seguirá siempre siendo inexorablemente emigrante en la tierra que le dio cobijo y emigrante en la tierra que dejó, y que deslastrase de tal condición es pasar por el proceso del desexilio. Todavía yo no he pasado por ello.

Por mi parte tengo más de una década que dejé a mi país una mañana de verano. Saliendo primeramente mi esposa y yo para seguirnos a escasos 30 días nuestros tres pequeños hijos. Llegamos a una tierra hospitalaria que resultó con el tiempo una fantasía que escondía sabiamente el rechazo del que llegaba. Los primeros cinco años el deslumbre de la gran ciudad obviaba en mí cualquier acercamiento a la verdad de lo que escondía una sociedad que se preciaba en libros y en los medios de comunicaciones como abierta al emigrante.

El espejismo de la ilusión me enfrentó a la realidad. Las dificultades con que recorría el camino para renovar año tras año la documentación resultaba una frustración anual. Nunca los infelices funcionarios de inmigración me decían no claramente, más la actitud y las inmensurables pruebas que debía aportar cada año para renovar por un mísero año más mi estadía legal en un país que poco a poco me iba integrando, comenzaba a frustrar en mí cualquier intento de felicidad. Es como si la mísera vida de los funcionarios públicos te arroparan con sus innobles sentimientos. La llegada de un xenófobo e histriónico y vulgar hombre a la presidencia de ese país me guió claramente que era hora de partir y de dejar atrás nuevamente una vida.

Mas uno de esos días que paseaba por la bellas calles de esa ciudad esplendorosamente llena de escondrijos de mentiras y de habitantes frustrados por la decadencia de no poder surgir más allá de sus fracasados sueños, me hizo recordar lo que todo emigrante siempre recuerda: su país de origen. A pesar de que hablo del país que dejé atrás, realmente lo que dejé no es propiamente un país sino a una ciudad, mi ciudad con mi gente y con mis calles y cafeterías, y a mis librerías, galerías, teatros y cines, y a mis amigos. Eso es lo entrañable.

Y una vez más símbolos de mi propio y único desciframiento saltan sutilmente ante mis ojos el recuerdo de los recuerdos en la ciudad donde emigré y que ahora dejo en el buzón de las remembranzas. Este panel con el nombre de Paracas me era imposible de no sentir el extrañamiento de mi ciudad que había dejado en otras aguas ya hace trece años lejanos. Este desacostumbrado nombre de ese puerto peruano me hizo remembrar mi París y mi entrañable Caracas.

lunes, 26 de mayo de 2008

Tubos y pegatinas

Por la calle de Velázquez, Madrid

Tubes and Stickers

viernes, 23 de mayo de 2008

Hotel Sweet Hotel

St Jean D'Angely, Francia

miércoles, 21 de mayo de 2008

Mi vida diaria



My Daily Life



lunes, 19 de mayo de 2008

Un sábado rumbo al norte

Poligono Industrial de Villalmanzo, España

North on Saturday

Cierta mañana en camino hacia el norte mientras garuaba iba despreocupado del volante y paseaba mi vista y mi pensamiento por el desvarío del panorama de un desértico paisaje. No muy lejos interrumpe mi paseo el pinchazo derecho delantero de mi neumático. La novedad de mis cauchos modernos me permite seguir rodando kilómetros. La autovía me señala la salida hacia un polígono industrial y al fondo de la carretera había una valla que publicitaba la solución a mi problema. Neumáticos Paco, en grandes letras azules, que hacía reminiscencia a los letreros de Ed Ruscha, resaltaba con claridad y completaba la publicidad las fotografías de varias marcas de gomas: Bridgestone, Kleber, Michelin y Pirelli.

Tomé la salida con precaución, y para evitar girar equivocadamente, mantuve mi vista hacia la valla que me indicaba que vía tomar. Muy claramente decía a la izquierda y recto por tres kilómetros más. Fueron tres kilómetros y 200 metros. Nada había alrededor excepto un desolado y feo polígono industrial. Me adentré por su única calle y todos los galpones estaban vacíos de gente. Al final di con el rotulo: Neumáticos Paco. Seguí rodando serenamente y con cierto alivio vi gente en el interior del lugar. Metí el coche dentro del galpón y allí escuche el terrible silbido del desinfle de la cámara.

Tres hombres se arrimaron a mi automóvil y, luego de observar y tocar el neumático, concluyeron sabiamente que requería ser reemplazado por uno nuevo. Lara empezaba a sentir desasosiego. Insistía en francés (para evitar ser entendida por los demás) en la necesidad de irnos de inmediato. La escuchaba y a la misma vez le imploraba en francés de la importancia de mantener la quietud. Nada podíamos hacer. Estábamos atrapado en un lugar hacia el Norte. Le dije que solamente la serenidad de la frialdad de la compostura nos permitirá sortear este incidente. Uno de los tres hombres se apostó a la puerta de salida del almacén y miraba inquietamente de un lado a otro. De cuando en cuando veía hacia el interior del depósito y hacía señas a uno de los hombres. Uno de ellos se adentró al fondo de la nave donde había un despacho cual lograba verlo mientras aparentemente mantenía una conversación telefónica. El otro se mantuvo en todo momento militarmente a nuestro lado.

Regresó el hombre que había ido a despacho y me dijo que no había localizado neumático alguno para mi coche. Que era un sábado en la mañana y que todas las grandes tiendas de cauchos estaban cerradas y que debíamos esperar hasta el lunes. Pero que había una posibilidad de comprar unas cubiertas de poca rodada. Le dije sin aparente apremio que aceptaba la oferta suya. Regresó nuevamente al despacho. El cielo mientras empezó a tronar. Lara seguía inquieta. Fumaba un cigarrillo tras otro. El hombre que se había apostado afuera seguía allí y se comunica con señas al otro que se mantanía de pie al lado de mi vehículo. Le pasé llave a las puertas del auto y me fui al despacho dejando encerrada a Lara dentro de él.

Allí negociamos (o más bien me impuso) el precio de los neumáticos y me dijo que debía irse al pueblo más cercano en busca de ellos. Me vendió un par pues me dijo que no lo vendían por unidad. Le pregunté el tiempo estimado de toda esta operación. Me dijo, (conLara escuchando) “no os preocupéis no será más de 30 minutos.” Paco cogió la furgoneta suya y salió en busca de los cauchos. Regresé a mi coche y observé que las dos ruedas delantera las habían quitado sin mi permiso y que mi camioneta reposaba sobre un gato. Lara se aferraba en el interior del automóvil y su expresión era claramente de desconfianza y de temor sin fin.

Me acerqué a quien había quitado las ruedas y le pregunté sobre el estado del otro neumático. Me dijo, en un español bastante chusma, que estaba bien, pero que había necesidad de cambiar los dos. Prudentemente no me opuse a su recomendación, que era la misma de Paco. Mientras conversaba con él su vista estaba dirigida hacia Lara y su compañero. En un momento impreciso, grita, “Sebastián no todavía no”. Veo a Sebastián ahora al lado de la puerta donde está Lara. Sebastián sale nuevamente afuera de la nave y le veo hacer una llamada por su móvil. Insiste e insiste no sé cuántas veces hasta que al finalmente parece conectarse con la persona que tanto ansiaba. Yo cojo del suelo un par de destornilladores. Uno se lo doy a Lara y el otro me lo guardo en la cintura. Pregunto a Santiago (su nombre estaba impreso en su camisa de trabajo), “¡hombre qué pasa!” Me ve con una mirada fija y de desconcierto a la misma vez. “Nada” me responde, “sigo esperando a Paco”. Oigo un ruido de motor y veo a una furgoneta con dos hombres a bordo. Sebastián se acerca a ellos y conversan a baja voz. Santiago deja de mirar a Lara y entabla también conversación con ellos.

Abro la puerta de mi camioneta y le doy la llave a Lara y le digo, “pásale el seguro a las puertas y aquí te dejo la llave”. Ella me ve con vista de terror. Le doy un beso y le acaricio su cara. Intento calmarla en vano. Desciendo del coche y me mantengo con cierta distancia (para no levantar suspicacias) de la furgoneta intentando oír la conversación dentro de la conmoción reinante. Uno de los ocupantes de la furgoneta se apea de ella y viene hacia mí y me pregunta, “¿qué modelo es?” Le espeto, “ es un RS6” , y me dice “ ¿debe ser un coche de mucha pasta?” Le digo, “oiga no tanto”, le explico que es un modelo viejo que lo había comprado de ocasión. Pensando que con eso alejaba sus malas intenciones hacia Lara; o en el menor de los casos, hacia mi billetera. Observo que ve a Lara con morbo. Sebastián se acerca y se aposta al lado de la puerta del pasajero delantero. Santiago viene a poca distancia con el otro ocupante de la furgoneta y ahora los cuatros rodean mi camioneta. “Santiago”, grito a voz normal y sin mostrar preocupación, “¿y Paco cuándo llega?”. “Pues de un momento a otro” y con una breve pausa suficiente para que se vean entre todos, me dice: “dígale a su mujer que se baje del coche pues requiero alinear correctamente la dirección.”

Meto mis manos por debajo de mi abrigo justamente en la parte trasera de mi cintura. Allí siento el mango frío del destornillador sin sacarlo de mi cintura. Uno de los ocupante de la furgoneta aferra con afán su vista al interior del auto. Santiago, Sebastián y el otro ocupante de la furgoneta se acercan a mí. Siento sus presencias tan cerca de mí que huelo sus alientos a alcohol barato y veo sus ojos con miradas perdidas. Justo en ese momento escucho un ruidoso sonido de motor de camión muy cerca de la nave. Era efectivamente un inmenso camión Mercedes Benz Actro. Pude leer la insignia del modelo mientras el sonido de sus frenos de aire indicaban su majestuosa llegada. Desciende de él su chófer. Él me ve y yo le veo. Sin necesidad de conversar más allá de hola, saca con suma precisión y rapidez de un compartimiento del camión, una enorme y pesada llave de torsión y, pide inteligentemente explicación sobre su uso a Sebastián.

En ese mismo momento llega Paco. Aparca su furgoneta y saca de ella los dos ansiados neumáticos. Instruye a Santiago que desmonte los cauchos de las llantas. Saco mi tarjeta de crédito y pago el coste de ellas. Le extiendo mi mano de gratitud al chófer del camión y ambos partimos. Veo por el retrovisor exterior, mientras reculo del galpón, a Santiago extender sigilosamente unos billetes doblados a los ocupantes de la furgoneta. Yo cojo rumbo al norte y el Mercedes Benz al sur.

viernes, 16 de mayo de 2008

Espionaje en Madrid

Cervecería Kon-Tiki

Spies in Madrid

Eran la 9:30 de la mañana y recibo una llamada de mi interlocutor que con cierto apremio y preocupación me informaba que llegaría a nuestra cita a las 10:15 horas en vez de la 10:00 horas. La precisión de tal hora me hizo sentir que esta no era otra cita como las otras. Nuestras conversaciones siempre giraban en torno a los eventos políticos del día. Ese día ETA había matado nuevamente. Comentamos sobre el objetivo del atentado y que seguramente había sido escogido ésta por la facilidad de llevar acabo una operación de terrorismo. Coincidimos que no era una operación de terror. Ya ETA había avisado quienes son los marcados por su diana asesina. Concordamos que son los políticos vascos del PSOE. Con estos asesinatos si habrá terror.

Repasamos y desengranamos otros acontecimientos terroristas. El atentado de Jaipur fue plato de los primeros minutos del encuentro. Concluimos que a pesar de la India ser soberana en sus decisiones de política internacional, su participación activa de espionaje contra los integristas islamistas, tanto en su territorio como en la porosa frontera con el Pakistán, hacía de ella blanco fácil del terrorismo musulmán. Conversamos sobre China y su política expansionista en África que colisiona con los intereses de Europa y de EE UU. Estuvimos de acuerdo que el embrollo de Irak no permite a EE UU enfrentarse a China con eficacia en el continente negro.

Europa por otro lado es una región sin cohesión en materia de política extranjera y sin proyección militar importante. Solamente Francia y la Gran Bretaña la tienen en cierta medida, pero los intereses de Francia recaen más bien en el Mediterráneo y, los de la Gran Bretaña lo que les dicte los EE UU. El coste de esta fallida política está nada menos que en la perdida del control de los ricos yacimientos petroleros africanos. China, tiene por ahora, una efectiva política de penetración africana, que sin duda logrará el control de tanto el petróleo como otras materias primas de importancia vital para todos. Parece que Occidente va hacia la deriva sin Norte preciso. En esto estuvimos de acuerdo.

Mientras, y a media voz, mi contertuliano me informa que vea con suma discreción el personaje que pasará por enfrente de la gran vidriera del Kon Tiki, y me dice: “!sabes¡ ese es el espía chino de la embajada de la China en España.” Sigo el caminar de este personaje con la discreción ordenada, lo veo entrar por la puerta principal de la cafetería, saludó de lejos a alguien y, avanza hacia él y se sienta en la mesa suya. Mi compañero dialogante me dice, que con quien conversa es un funcionario militar de la embajada de Venezuela. La mesa está a dos mesas de la nuestra, algo lejos como para escuchar con certeza el contenido de la conversación.

Esto nos dio pie para conversar sobre el interés de los chinos en la franja petrolífera del Orinoco y del uranio venezolano. Pregunté: “¿acaso no es un país muy lejano para ser proveedor de petróleo?” Me respondió: “hoy con los superbuques y a los niveles de precio de esta materia prima el coste no tiene importancia”; además me dijo también, que: “se avecina una escasez mundial, y que la estrategia de China es asegurarse el suministro para luego conversar sobre precios”. Me pareció interesante este planteamiento y me dibujó de un esbozo el presente panorama político y económico mundial. El enfrentamiento de las potencias de asirse de las cada vez más escasas materias primas es la nueva guerra el siglo XXI.

Mas entre platica y platica pregunto, con ánimo de aportar ideas inconvencionales que nutran la imaginación, “¿por qué se reúne este militar venezolano con este funcionario Chino?” El Danzarín, como se le conoce en el mundillo de espías, seguramente también se hacía esta misma pregunta. Luego de sortear diferente escenarios, concordamos que la geopolítica de Venezuela se había encontrado con el muro de contención estadounidense en Colombia. Estados Unidos, con Colombia como peón, preparan una ofensiva diplomática de grandes dimensiones para aislar al gobierno de Chávez, cosa que justificaría un eventual asalto militar a Venezuela. La disyuntiva de este propósito yace todavía en el embrollo iraquí y la capacidad de enfrentar otro teatro de operaciones, sobre todo, con un Irán en la retaguardia, que es quien ha impedido la victoria estadounidense en Irak. "Por supuesto" replica el Danzarín, "este razonamiento asume el amor incondicional al invasor por el invadido." La incógnita también reside en la posibilidad de que el feneciendo gobierno estadounidense pueda políticamente justificar un nuevo enfrentamiento bélico ante su país.

Ante nuestro incrédulos ojos vemos entrar a dos funcionarios diplomáticos, ambos con cargos de Agregado Cultural, uno de la embajada rusa y el otro de Bielorrusia. Se sientan con el funcionario militar venezolano y ahora nuestra intriga es sumaria. Definitivamente las conversaciones se centran sin lugar a dudas sobre el armamento militar venezolano y los aportes de estos países en material bélico ofensivo. Sabemos ya de antemano del histriónico espectáculo por parte de Colombia con la INTERPOL (pues ambos recordamos que el director de este cuerpo policial es un estadounidense venido de los servicios de inteligencia americanos) y los indestructibles discos duros Toshiba de la FARC.

Nuestra cita de una hora se prolongó a mas de dos horas. Era una mañana de sucesos imprevistos. Tal y como es el tiempo gris de esa mañana. Llovía y la temperatura era muy baja para un mes de mayo. Las reuniones en esta cafetería de personajes inéditos para los comunes mortales que coincidían justamente con sucesos en pleno desarrollo impidió que nos fuésemos. Intentamos en aguzar el oído a la platica entre el diplomático ruso, bielorruso y venezolano. Logramos apenas oír, en un momento de escaso público, y mientras ambos, uno por uno, nos levantábamos con sigilo y con el pretexto de coger la prensa que estaba sobre una mesa al lado de ellos. Nosotros dos a duras penas lográbamos oír hablar sobre radares y aportes de comunicaciones por satélites y que en el mes de agosto todo estaría en buen pie. Los aviones de caza ruso llegarán en su totalidad para finales de año. O así creímos escuchar. Escuchamos sin paliativos hablar de 50 helicópteros y de cuatro submarinos.

Divagamos sobre el significado de esta conversación y lo que pensamos habíamos escuchado con certeza. Pusimos en orden nuestras ideas. Sabemos que Venezuela no está todavía lo suficientemente preparada para enfrentar una guerra. No es cuestión de número de personal ni la experiencia bélica. Tampoco lo está Colombia, pues ella no es un éxito en materia de guerra, ya que luego de cuarenta años ha fracasado en vencer a 10,000 combatientes guerrilleros. El asunto entre ellos es de frenar una guerra auspiciada entre bambalinas por el fracasado plan Colombia impuesto por la potencia del Norte. Ahora sabemos que para el verano estará operativo una red tecnológica de defensa al servicio de Venezuela; que sumado a las defensas de misiles aportadas por Holanda para la defensa de los puertos venezolanos, y los misiles comprados a Irán de mediano alcance, la situación no es para ofrecer rosas.

Mi compañero de café recibe una llamada por su móvil. Me informa que le acaban de informar que Cuba ya ha aportado entrenamiento al ejercito venezolano para la lucha de guerrillas. Se estima que hay unos 60,000 cubanos armados en territorio venezolano. Estos preparan la expulsión (en caso de rompimiento diplomático y comercial por parte de Venezuela con Colombia) masiva a la frontera con Colombia de unos primeros 300 mil colombianos indocumentados. Dentro estos habrán mucho criminales y asesinos que están en las cárceles venezolanas. Se conocería como el Marielito Colombiano. Los cubanos también se aprestan a organizar campamentos de reclusión para los colombianos residentes, pues éstos serán declarado enemigos del país. También me dice que hay información cierta que las FARC están preparadas para atacar con coches bombas a Bogota en caso de un conflicto armado con Venezuela. ETA y HAMAS han sido elementos instructores en tal materia.

Cogimos el periódico y lo hojeamos y, mientras veíamos de lejos a periodistas de la EFE y a militares sin uniformes caminar al CNI, a motoristas y coches que se aparcaban por momentos y dialogaban con gente de paso monótono que se acercaban a ellos. Dos agentes cubanos –funcionario uno de la embajada cubana y el otro fotógrafo de la Agencia Cubana de Noticias- entraron a la cafetería y pidieron dos cafés. Uno de ellos coqueteaba con la mesera que era de indudable acento cubano. Por la puerta entró una periodista venezolana de la cadena de televisión Tele Sur. Los tres se aprestan a conversar en la barra. Los cubanos hablan en voz alta sobre el envío de dinero que le hizo a su madre para la compra de un aire acondicionado. La periodista venezolana inquiere al fotógrafo sobre Yaoni Sánchez. En este tema diferían los dos. Los cubanos afirman de la necesidad de impedir a los enemigos del país de hablar mal de Cuba en el extranjero. La venezolana, aunque rechazaba lo poco honesto de este razonamiento, reconocía el derecho de todo periodista de expresar libremente sus ideas. Al final bajaron el volumen de sus voces y mientras pagaba el consumo en la caja -14,25€ por dos raciones de churros y dos chocolates calientes- escuché de oídas que la venezolana preguntó al fotógrafo sobre la determinación de Cuba en aprestar ayuda con hombres armados a Venezuela. No podía quedarme escuchando sin levantar suspicacias así que opté por pagar y regresar a mi mesa.

Terminamos de hojear la prensa del día y nos despedimos los dos hasta nuestra próxima cita. Ambos asentamos que el mundo peligra de guerra y que los vientos cardinales beligerantes soplan con energía. Salimos y compramos en el quiosco la prensa restante del día. Por mi parte compré también la novela “Nuestro Hombre en la Habana” (Our Man in Havana) de Graham Greene. Tan apropiada para estos tiempos de informes sobre armas inexistentes de destrucción masivas y falseados reportes de la INTERPOL; que compiten con los planos de aspiradoras (que supuestamente eran diagramas de fabricación de bombas) del personaje de Graham Greene: el espía Jim Wormold, que aportaba a la inteligencia británica. Nos volvimos a despedir y nos recordamos nuestra tertulia de los lunes en el Círculo de Bellas Artes. Allí continuaríamos nuestra charla de espías y guerras y sobre el nuevo genero de ficción del espionaje del siglo XXI. Y de reojo vimos (debido a mi advertencia) a la guapa embajadora de Colombia cruzando la plaza de san Juan de la Cruz al lado del hombre de Blackwater en España. Y comenté: "Danzarín, la ficción consume a la realidad."

jueves, 15 de mayo de 2008

Atentado en Jaipur (Terror Attack in Jaipur)

Ayer miércoles en la mañana, justamente luego de mi vaso diario de zumo de naranja recién exprimido con la vitamina C todavía en suficiente cantidad para disipar las constipaciones nasales de la primavera, leí la triste noticia de un atentando terrorista en serie cometido con la precisión del movimiento de los astros, por ahora desconocidos autores. Hasta hoy no hay indicios ciertos de quiénes han sido ni las causas ni nadie ha reivindicado las acciones criminales de este atentado mortal en la ciudad de Jaipur, que ha causado hasta ahora (según reportan las diferentes agencias internacionales de noticia) la muerte de más de sesenta inocentes personas y de ciento y tantos heridos.

Hace cinco meses tuve la osadía de pasearme por las calles de esta ciudad sin guía alguno y solamente con mi instinto de la imprudencia nacido de vivir en ciudades aún más peligrosas (o así creía) que Jaipur, me permitió adentrarme por sus callejuelas. No olvido aún el olor de sus frituras callejeras y del color de sus telas expuestas a la venta y de sus mujeres bellamente vestidas que caminaban por sus sucias calles compartiendo espacio con escuálidas vacas y triciclos motorizados y la monotonía de su implacable sonido (tuc, tuc, tuc,), así como los ecológicos rickshaw. En fin un enjambre de tráfico de gente, vehículos de toda especies y animales.



Por las calles de Jaipur

Pienso en esta ciudad donde festejé el nacimiento del 2008. No olvido la impresión que causó en mí el mágico observatorio astronómico Jantar Mantar con sus piezas que vistas individualmente son claras formas minimalistas dignas de Mondrian. El misterioso Palacio de los Vientos que todavía parecen flotar los espíritus de sus mujeres observando con sigilo la vetada vida exterior.


Palacio de los Vientos

Me pregunto mil y una vez el porqué de estos aterrorizadores actos criminales en un país que tiene la capacidad de asimilar en su religión hinduista creencias de otras religiones. ¿Cómo es posible que un país que tiene miles de miles de templos que son centros de paz y quietud sea propagado con eficiencia el odio asesino? A veces presiento que algo inusitado dentro de nuestras aparentes verdades no son precisamente tan ciertas. Mientras mi inquietud viaja por la ocurrencia de que el hombre del siglo XXI ha dejado la tranquilidad de la humanidad por la irreverencia de la maldad.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Amistad

Place des Étas-Unis, París

Friendship

lunes, 12 de mayo de 2008

Chaplin en París

Campos elíseos

Chaplin in Paris

viernes, 9 de mayo de 2008

Secuestro en París (en la rue Galilée)


Kidnaping in Paris (in rue Galilée)

Entre “veras y burlas”, como acotaba Borges en su sorprendente relato Tlón, Uqbar, Orbis, Tertius, logró, años después de indagar sobre Tlón, develar el misterio de la existencia de Tlón, al encontrar indicios suficientes (gracias a su persistencia y memoria) de la existencia del planeta Tlón. En mi caso el misterio con que me encontré en la Place de Étas-Unis no había logrado aún recabar suficientes pruebas para develar las ocultas manifestaciones de los hechos que encierran a esta plaza. Aún más este enigma se extiende más allá de la misma plaza abarcando calles y callejuelas.

Las embajadas que se ubican a los lados del parque y de las calles que llegan a ella no gastan movimiento alguno. Apenas logro ver una pequeña luz en el interior de una de ellas que permanece encendida día y noche. Las aceras ocupan señales de transito y objetos pesados con cadenas que indican con disuasión que este espacio está vedado para todos, salvos para los desiertos ocupantes de estas embajadas. Escasos coches circulan por esta plaza y, a pesar de las extremas medidas de seguridad que tienen estas embajadas, pues hasta sus aceras están vedadas andar por ellas, obligando a los peatones circular por las calles mismas, a pesar de eso, observo a limitados y osados peatones sorteando injustas obsesiones de seguridad impuestas por desalmados burócratas. Entre ellos me encuentro yo.

Me paro y observo con diligencia las fachadas de estos palacetes del siglo XIX ocupados ahora por ricos países petroleros. Muchos de ellos con sus inmensas y pesadas puertas que carecen de medios para avisar de mi llegada: ni timbre ni interfono. Dirijo mi mirada hacia los dinteles de las puertas y observo a sigilosas y pequeñas cámaras de vídeo que me observan con vista de águila. Sigo camino por sus supuestas prohibidas aceras y veo que otras cámaras de vídeo me observan en mi travesía. Nadie me impide seguir mi camino sin impedimento alguno, salvo la sensación de estar observado. Intento en vano penetrar el interior de alguno de estos palacetes. Desisto de tan osado plan. Mi insistencia llegó a simplemente hacer morisqueta a las cámaras de vídeo pretendiendo con esto sentir la humanidad de sus moradores. Respuesta alguna recibí.

Me adentré en las bifurcaciones de esta plaza y cojo camino por la rue Galilée. Las aceras se presentaban como un domingo de madrugada. Iba observando con detenimiento los pequeños sucesos que ocurrían en esta calle de pequeños palacetes y pequeñas plazas que en 1885 albergó la Embajada de los Estados Unidos. Ya al menos había descifrado del porqué se intitulo el nombre que lleva esta plaza. En todo el trayecto de esta calle justo hasta la avenue d’Iena no hay comercio alguno. Las pocas gentes que andan por estas calles no son del barrio. A una que otra las interrogo sobre las estatuas del parque y nadie pretende saber sobre la procedencia de ellas.

Cruzo la avenue d’Iena y traspaso la plaza del Uruguay con el busto de Artigas. La rue Galilée misteriosamente se corta en dos y el transito vehicular cambia de sentido. Me intriga tan inapropiado cambio. Mientras camino observo unas matemáticas desiguales. Cuento bien los números y los ordeno mentalmente, pero la serie se interrumpe a pesar de contar una y otra vez las placas de los edificios. Entro en un café e inquiero al cafetero por el nº 41. Me dice que está al lado. Le explico que llevo recorriendo la calle de un lado a otro por buen tiempo y no encuentro tal anotación. Generosamente accede a mis súplicas a salir conmigo y efectivamente constata que la perdida de tal numeración no era por mi inhabilidad de observar o de contar. Inclusive acota conmigo lo inusitado de los números pares e impares que se juntan en un mismo lado de la calle.

Ambos quedamos perplejos sobre la falta de este número. Indagamos a otros viandantes y conserjes del barrio sobre la extraña desaparición del número 41. Nadie osó a avanzar respuesta alguna. Hoy era el 10 de febrero: 41 días habían pasados desde el 1 de enero. Extraña o no coincidencia el nº 41 había sido secuestrado. Y pensé sobre una acotación de Borges: “afirman que la operación de contar modifica las cantidades…”

lunes, 5 de mayo de 2008

Misterio en la Place de Étas-Unis




He vivido durante diez años en París y con ello he asimilado una cultura ajena a mis costumbres latinoamericanas y (en cierta medida) españolas así como a mis usanzas gringas que la llevo conmigo sin disimulo en mi vida diaria. Mis lecturas y la compresión que hago de ellas han sido producto mayoritariamente de mi socrática educación estadounidense. Mi visión fotográfica también fue desarrollada en parte durante mi juventud en los años sesenta y setenta que pasé en ese país. Por ello desde que llegué a París a finales de 1995 (y hasta que me marché en el 2006) me paseaba por sus calles en busca de la presencia estadounidense en esta ciudad. Mi intrigaba el desprecio del francés hacia la cultura estadounidense y a la misma vez que conmemoran esa cultura denominando calles y parques y monumentos a insignes hombres estadounidenses. Sin mencionar el gusto por los filmes americanos y de su música.

Hay muchas calles parisinas que cargan el fardo de nombres de ilustres estadounidenses; tales y como: Franklin Roosevelt, President Wilson, Benjamin Franklin, Lincoln y Washington, entre otras. Mas la corona del espacio público dedicado en París a los Estados Unidos es la Place de États-Unis; lugar de misterios que guarda recuerdos desconocidos y secretos ineluctables. Como ya había acotado en diciembre (en este blog) allí descansa entre arbustos el busto de Myron T. Herrick. No he encontrado hasta ahora respuesta acertada del porqué de este diplomático e intranscendente gobernador del Estado de Ohio ocupe tan importante lugar en esta plaza. Salvo por el extraño incidente que sufrió durante un bombardeo alemán en la Gran Guerra en 1914 que resultó ileso mientras caminaba por la Rue Freycinet, adyacente a la Place des Étas-Unis, y dónde estuvo la Embajada de los Estados Unidos hasta 1885, no encuentro razón alguna a este inusitado homenaje, a excepción de que haya una oculta historia de amor.

Pero el suspense de esta plaza aumenta in crescendo al encontrarme que ella se ha denominado (hace muy poco tiempo…eso creo) alternativamente con el nombre de Square Thomas Jefferson. Una pequeña placa discretamente adosada en una esquina de la cerca metálica que rodea el parque infantil emplazado justamente en el medio de esta plaza, es lo único que señala este acontecimiento. Me pregunto ¿por qué se erigió un busto de Herrick y no uno de Jefferson? Como vemos la expectación sobre el contenido de esta plaza no tiene fronteras.

El enigma se me contagia aún más al descubrir otra escultura mientras fisgoneaba lentamente este parque en mi última visita este abril pasado. Allí me salpicó ante mis ojos un busto esculpido en piedra bruta que además tenía como inútil ornamento una imagen en relieve de Paul Bert, científico francés que descubrió la presión barométrica y su efecto en el ser humano. La efigie era de Horace Wells, dentista estadounidense novador del siglo XIX, que experimentó con el gas hilarante como anestesia, fracasando en su experimento. Suicidándose unos pocos años después despechado por su desilusión y loco (de risa) de tanto inhalar tan peligroso gas. No veo conexión alguna en tan disímiles hombres para que merezcan tal homenaje. Al contrario, Wells era profundamente religioso, mientras Bert impulsaba con fervor la eliminación de la enseñanza religiosa en las escuelas.

Ahora divago entre teclas y librerías y, mi pensamiento se pregunta con afán, ¿quiénes decidieron que los nombres de Wells y Bert compartan honores con Lafayette y Washington y Jefferson. Por otro lado, consulto un viejo anuario (que estaba en un olvidado cajón) diplomático y un regreso fugaz al parque para cerciorarme de lo documentado, comprobé que las direcciones que investigaba concordaban con las legaciones extranjeras. ¿Qué atracción tiene esta plaza para estar acordonada de embajadas -Bahreín, Omán, Irán, Yemen y Egipto- opuestas a la cultura americana? ¿Esta particularidad contiene algún inefable presagio? ¿Estamos ante otro nuevo misterio?

Mientras la muy fría mañana primaveral fenecía se levantaba el sol con el movimiento preciso del reloj, adentraba sigilosamente mi vista en este parque, y mi asombro era cada vez más perplejo. Lo que pensaba era una estatua en honor a los soldados americanos caídos durante la Segunda Guerra Mundial, resultaba que era un monumento al olvidado “Cuerpo de voluntarios de la sección sanitaria” estadounidense. También había una pequeña chapa poco visible en la parte posterior de este monumento con la inscripción de los nombres: Alan H. Mur, Buham Robinson y George Autrey. ¿Qué entresijos encarnan estos inescrutables nombres?

Las respuestas a tantas contradicciones yacen ciertamente en el tiempo inmemorial de los secretos de enamorados y de complacientes febriles políticos y de fantasiosos patriotas. Mientras espero respuestas, mantengo la ilusión, que mi cuaderno de notas recogerá algún día las no innecesarias verdades. Justamente cuando proseguía el sendero por las contiguas calles de este misterioso barrio, observé inscrito en la piedra de uno de estos monumentos, una estrofa de un poema de Alan Seeger, un oscuro poeta con verdaderos sentimientos de inmolación para obtener la gloria.

¿Quiénes (hablo en plural pues dudo de la autoría de un solo hombre a tan vasto misterio) desempolvaron a tan extensivos y perdidos personajes? El oculto misterio de los personajes de la Place des Étas-Unis no se desvanece…continúa.

viernes, 2 de mayo de 2008

Tranquilidad en el bosque


Tranquility in the Forest

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jueves, 1 de mayo de 2008

Sexismo


Librairie Fontaine, París

Sexism

Mis recuerdos de la infancia y adolescencia, entre muchos, recaen en mis lecturas de Supermán, La pequeña Lulú, Archie, Flash, Linterna verde y Hopalong Cassidy. Mis gustos oscilaban entonces entre la fantasía del poder y la esperanza del amor. No recuerdo haber visto historietas para adultos (graphic novels, BD) entonces, pues, una vez que entré en el umbral de la pasión del amor, los cómic los relegué a la retaguardia. Mi madre viendo que ellos habitaban en el fondo de un baúl (y que mi nueva pasión yacía en la lujuria del amor) echó a la basura mis adoradas comiquitas. Mucho de ellas eran ejemplares de primera edición. Todavía lloro mi perdida.

La semana pasada mientras era un flâneur por las aceras de París tuve mi primer encuentro con los cómic para adultos. Sin entrar a discernir sobre su contenido, la portada de esta viñeta ilustrado por W. Taborda, tuvo suficiente intriga para mí, que fue diana de mi lente. El título en sí –Think Tank- tiene un significado culto y a la misma vez un poderoso significante cuando se le lee conjuntamente con la imagen.

La imagen parece señalar una dicotomía entre el dandi (en primer plano) de singular éxito económico en contrapartida con el hombre tosco que representa la ley uniformado (con camisa roja) para tiempos anteriores a la tecnología del siglo XXI, que vigila la trastienda de las operaciones de este casanova mafioso del mundo financiero.

Por otro lado tenemos a una sensualísima mujer de piernas abiertas de pie en un campo de extracción de petróleo vistiendo un ceñidísimo vestido rojo (el autor parece insinuar con el color rojo que el peligro yace entre la justicia y el sexo). Al fondo hay un camión gigante que hace alusión al nombre en ingles de laboratorio de ideas (Think Tank), en contraposición al protagonista y su mentalidad especuladora y a la sexualidad oportunista de la mujer que se vende al mejor postor, que aparece acotar: yo soy tu trofeo, cógeme. Es sexismo puro y duro del siglo XXI.