lunes, 4 de agosto de 2008

Entre dos populistas

South Beach, Key Biscayne

Hoy dejé la aparente calma y la soledad del descanso de esta placentera playa para adentrarme en el desorden de mi lujurioso país tropical efervescente de soñolientas ideas del socialismo mágico. Intentaré reportar nuevamente (luego de mi exposición en agosto, septiembre y octubre del 2007) sobre mi encuentro con esta trastocada revolución y sus gestuales y reales efectos en el país. De antemano asumo la dificultad de tal ocurrencia mía. Estaré ausente de esta página por esta semana (y quizás la otra también); pues aquejo desde ya el ahogo informativo al que me estoy sometiendo. Sería presuntuoso entonces de mi parte juzgar la revolución bolivariana de manera expedita. Aunque me atrevo a expresar su inequívoca nostálgica, corrupta e ineficaz revolución. Es singularmente un descarrío de la democracia; una aberración autocrática. Escuchar al Sr. Chávez expresarse de manera vulgar y a veces de una pulcritud absoluta sobre su proyecto político es escuchar desvaríos y bufonadas ideológicas de hace cuarenta años. Como lo es igualmente oír al simplista Sr. George W. Bush hablar sobre la guerra contra el terrorismo y del bien y del mal, sobre la libertad y la democracia. El mal del populismo yace en todas partes y no es monopolio del trópico ni es un producto latinoamericano o africano pues éste también habla inglés estadounidense.

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