miércoles, 10 de marzo de 2010

Pared rosada (IV)

Quito, Ecuador

Pink Wall (IV)

martes, 9 de marzo de 2010

Pared rosad (III)

Quito, Ecuador

Pink Wall (III)

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sábado, 6 de marzo de 2010

Pared rosada (II)

Quito, Ecuador

Pink Wall (II)

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domingo, 28 de febrero de 2010

Pared rosada (I)

Coral Way, Coral Gables

Pink Wall (I)

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viernes, 26 de febrero de 2010

Pared rosada

Coral Gables, Florida

Pink Wall

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viernes, 12 de febrero de 2010

La envidia de Washington

Key Biscayne, Florida

Washington´s Envy

lunes, 8 de febrero de 2010

Despedida tardía del 2009

Coral Way, Coral Gables

A Late Goodbye of 2009

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sábado, 6 de febrero de 2010

Apartheid idiomático


Miami, Florida

Idiomatic Apartheid


El lunes prendo vuelo al Sur del continente, más bien a esa línea imaginaria del Ecuador terrestre, en este continente que todo el mundo conoce como América, pero que la sabiduría geográfica estadounidense por medio de su egolatría desconoce como tal. En todas la escuelas de ese país se enseña que hay siete continentes en vez de cinco más uno (la Antártica) como se enseña en el resto de las escuela del mundo. En los Estados Unidos por su creencia que ellos son una excepción humana escogido por Dios para guiar al mundo por la senda de su inmaculada visión intentan separarse del infestado microbio sureño y a América la dividen en dos. Inclusive se apropian de manera vernácula del gentilicio americano. Los mejicanos son mejicanos y los canadienses son canadienses y los estadounidenses son americanos. Nadie más lo es. A pesar de tal división imaginaria no lograron cercenar por completo a sus compañeros sureños dejando a Méjico dentro de Norteamérica. Y claro bajo esta forzada división dejaron fuera a los países del Caribe que se quedan apátridas de continente.


Pero tal esfuerzo se esmera en cuantía con la incansable obra del creciente muro de la vergüenza por parte de los Estados Unidos en su frontera con Méjico. Solo ellos nombran a Norteamérica como un continente aparte de América cuando los geógrafos del mundo consideran a América como un solo continente. ¿Pero cómo evitarán los estadounidenses la constante penetración en su país de estos pueblos del continente que niegan y que con su cultura idiomática invaden importantes espacios? ¿Es en el xenófobo naciente movimiento político del Tea Party y su basto líder Sarah Palin dónde los estadounidenses encontrarán la resolución a sus temores y tribulaciones? ¿Estaremos (y aqui incluyo al Occidente europeo de los Sarkozy -y su cadete Fillon- y Berlusconi) ante el vestíbulo de una sociedad excluyente como en el filme Código 46 de Michael Witterbotton donde están los de adentro y los de afuera (cómo la serie de televisión –Upstairs Downstairs-) gobernados por gobiernos totalitarios? ¿Vamos ineluctablemente hacia un apartheid idiomático?


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jueves, 28 de enero de 2010

Panorama fulgurante

Miami desde la Bahía vizcaína

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viernes, 22 de enero de 2010

Marathon

Rickenbacker Causeway

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sábado, 16 de enero de 2010

El tiempo

Barajas, España


Time travels in divers paces with divers persons. W. Shaskespeare, As You like It

Los recuerdos son como el tiempo, tienen una duración imprecisa y son tan reales como el pasado el presente y el futuro. ¿Pero puede uno atraparse en el tiempo de los recuerdos? ¿Y en que tiempo nos encontraríamos? Estas divagaciones son contenido de mi pensamiento en el aeropuerto de Madrid mientras esperaba mi vuelo que iba a partir en una hora precisa pero que la nieve impedía tal acometida. Durante horas avión alguno rodaba sobre las pistas de Barajas. Ni siquiera buses ni camiones ni coches de remolque se movían por sus vías. Era un bello panorama ver cubierto el aeropuerto de una blanquísima nieve limpia que no cesaba de caer. Ya algunas de las vías habían sido limpiadas minutos antes por los quitanieves y que con delicadeza se aprestaban sus vías nuevamente a ser cubiertas por la magia blanca que durante años escasamente caía.

Leí el reloj y sus manecillas apenas apuntaban movimiento alguno. Alrededor mío ocupaban espacio a distancia otros pasajeros que como yo estaban atrapados en un tiempo y lugar que nos trasladaría a otro tiempo y a otro lugar. Seguramente alguno de ellos me acompañarían a un tiempo más temprano que el presente. ¿O será a un pasado todavía no vivido? ¿O no reencontraremos nuevamente con nuestro pasado? ¿Es esto entonces el futuro? Otros, asumo, por la cartelera electrónica, se desplazarían a unas horas futuras marcando dos días después al que indicaba el calendario de nosotros. Y con ello obviando un día no vivido. ¿Qué sucedió con ese tiempo? ¿Es que nos hemos movido más rápido hacia el futuro? ¿Es posible movernos más rápido que una hora por hora?

Sabemos que esto no es posible pero en cambio la realidad contradice la lógica. Por ejemplo los satélites GPS que circundan la Tierra determinan la posición del usuario al comparar el tiempo entre los diferentes satélites a la misma vez engañan a sus relojes para que miden el tiempo más dilatadamente que los relojes que se encuentran en tierra. Pues de lo contrario el tiempo pasaría más rápido en los relojes que orbitan la tierra y la posición espacial del usuario estaría más adelantada que la realidad.

Aparto mi vista del disfrute invernal y veo mi reloj y siento que el tiempo apenas ha avanzado en las pistas de aeropuerto. Todo sigue igual. Nada se mueve. Aunque ahora aparento ver uno que otros pasajeros ocupando sillones antes vacíos. Mi reloj ahora marca las 11:57 horas. El vuelo programado que iba a tomar yace todavía a la hora en la pizarra, mas entre la hora que indica mi reloj y las 11:00 horas, la hora de salida del vuelo, ya han pasado casi una hora. El ajuste del tiempo luce inevitable.

En el horizonte comienza a percibirse los primeros rayos del sol. La temperatura marca dos grados centígrados. Deja de caer nieve y veo los primeros movimientos de aviones rodando sobre la pista y de grúas que retroceden las aeronaves de los puentes de embarque. Empieza a titilar como marea huracanada los horarios de ajustes a los vuelos de salida y de llegada. Mi vuelo cambia de las 11:00 horas a las 13:15. Comienza entonces la penosa espera de la incertidumbre. El tiempo se me alarga y parece no llegar con rapidez la nueva hora de salida.

Sin percatarme de mi propia impaciencia el altavoz llamó diligentemente al vuelo 069. Había pasado cinco horas de espera y apenas, me dije:” no he percibido el movimiento del tiempo.” Inmediatamente rectifiqué pues recordé lo que había expresado el cineasta Manoel de Oliveira, “el tiempo no tiene movimiento, sino que el movimiento está dentro del tiempo.” Esta frase me sirvió para comprender que en mi vuelo de 10 horas de duración se siente interminable pues no tengo referencia de movimiento. Es solamente cuando llego a destino que se me hace testimonio que me he traslado en el espacio y que el tiempo ha seguido su curso. Leo el reloj de mi teléfono móvil y marca las 17:00 horas. Son tres horas más que mi hora de embarque. Me siento desorientado y las 15 horas de viaje y de espera que mi mente computó no son sino apenas ocho horas exiguas según el reloj local. La paradoja de mi tiempo es tan real como mis recuerdos.

miércoles, 13 de enero de 2010

El tren de naranjas

US 441 S, Florida

The Oranges' Train

Subió de 14 dólares la caja de tomates de 25 libras a 20 dólares y los pimientos de 8 dólares la caja a 18 dólares. El frío gélido en la Florida ha sido la causa de estas distorsiones de los precios de las frutas y vegetales. Estas extremas bajas temperaturas que llegaron a los cero grados centígrados por varias semanas ha también mermado la vida de muchos animales no autóctonos. Las iguanas han muerto y los bellos peces de colores han desaparecido. Muchas tortugas han entrado en coma y otras han buscado refugio en aguas más calientas. Los manatíes se cobijan en los canales contaminados de las plantas hidroeléctricas. Los turistas desaparecieron o se han quedado dentro de sus habitaciones de hotel. Las playas lucen desérticas. Aún así el mercado de frutas nos da sorpresas. Las fresas han sido recolectadas a tiempo y no ha sufrido los rigores del tiempo. Y ayer 12 de enero a pesar de un descenso del 17% en la producción de naranjas en la Florida, el mercado del concentrado de naranjas descendió en un 13% el precio, es decir, 19.30 centavos a 1.3185 dólares por libra. Para eso está la eficiencia del transporte del tren de las naranjas.




domingo, 10 de enero de 2010

Lago Okeechobee

Lake Okeechobee

Finalmente y sin puntualidad a que referirme llegué a la orilla sur del segundo lago más grande de los Estados Unidos, el lago Okeechobee. Es un mar de agua dulce y de un vasto horizonte que se percibe la redondez de la tierra y su soledad. No hay casi navegación y el sentimiento de navegar sus aguas es del explorador que se aventura en un inexplorado mundo desconocido. El norte, cual no llegué, cuenta la historia, está dominado por la caña de azúcar y el ganado lechero preponderadamente. Y el sur busca su vida viendo al norte.


Se ha fabricado una marina que languidece sin apenas barcos. El lago busca colmar sus aguas con embarcaciones que prefieren la libertad del océano. Pero por ahora solo ha llegado las inevitables tristes embarcaciones de autocaravanas de una sociedad que consume energía viciosamente sin amor al ambiente y contaminando visualmente el panorama de la naturaleza con su fealdad.



Me senté a percibir desde esta orilla el significado del esfuerzo humano en impedir el fallecimiento de un pueblo. Se construyó esta marina donde sus edificios y muelles no han encontrado uso todavía. Solamente a cien metros de ella se ve el pasado glorioso de este antaño pueblo. Su Burguer King, el KFC, su bomba de gasolina, restaurantes y los concesionarios Ford y GM solo son rótulos que cuelgan como fantasmas. Sus escaparates están sellados como ataúdes que momifican su pasado Y mientras el 33% de su desempleada población (que algunos estiman en un 60%) espera lo inevitable. ¿Me pregunto si Pahokee es el delicado reflejo de este país?

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jueves, 7 de enero de 2010

La muerte anunciada

Pahokee, Florida

Finalmente y luego de varias horas por carretera en un coche que me resguardaba de la inclemencia de un frío que azuzaba con quemar los frutos de los naranjos iba cruzando en plena soledad una parte singular de los desérticos pantanos del Everglades y del Stornwater cuando llegué al anodino pueblo de Pahokee situado en la orilla más al sur del lago Okeechobee.


A ambos lados de la carretera que me conducía allí aparecía con poco esfuerzo en la lejanía grupos de grupos de casas protegidas en escamas por una serie de alambrados de púas, y que en sus patios que formaban estos lúgubres edificios, se veía merodear hombres a la deriva vestidos todos con un uniforme de color naranja. Intenté detenerme para fisgonear pero había letreros que me advertían de la ilegalidad de tal acción. Descubrí prontamente que estaba en un complejo penitenciario. Continué mi camino y llegué a escasos minutos de este desolador panorama a la calle principal de Pahokee, que resultaba una aparente máscara, pues el pueblo no podía esconder su compleja desolación ni que su ilusoria esperanza yacía en sus insignificantes aguas dulces, cuales pretendían despertarla de su letargo perdido sueño.


Pero mientras este sueño adormece entre su desanimada población que ha visto sus esperanzas fustigadas por la desidia del tiempo, Pahokee se vuelve fantasmal. La vasta mayoría de sus tiendas han desaparecido y su población languidece sin futuro prometedor. No hay trabajo para nadie. Se puede ver montones de muchachos deambulando en grupos sin Norte cierto. Ese día el sol salió tímidamente y brillaba con cierta tristeza difuminando sus rayos sin ímpetu. Ni la luna azul que acaba de brillar lograba asumir sus esperanzas. El húmedo frío que arropaba al pueblo lo sentía penetrar las entrañas de este extranjero dejando en mí el sabor de la tristeza. Es desconsolador ver la muerte anunciada de un pueblo.

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miércoles, 6 de enero de 2010

Kennedy

US 441 North (hacia Okeechobee)

En vía hacia Pahokee puder ver pueblitos y a gente sin vida y a cientos de viviendas públicas como las que se ven al fondo de esta fotografía. También vi a un abasto que aparentemente cerró quién sabe hace cuántos años ya. ¿Es que murió el sueño de justicia social de Kennedy con su muerte como murió este abasto?

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martes, 5 de enero de 2010

El injusto castigo

A 5 km del lago Okeechobbe

Muy adentro del Estado de la Florida se percibe la pobreza en un país donde la riqueza se queda atorada en un pequeño grupo. En los alrededores del lago Okeechobee específicamente me encontré con una población negra que vive en los márgenes de la pobreza crítica. Habitan en casas proveídas por el gobierno y sus centros comerciales o han cerrado o están derruidos por la negligencia del tiempo. Sus industrias son hacedoras de nubes y la agricultura ya no da sustento a la población. El ganado y su leche se retrae por prudencia dejando a una población activa en la periferia. Así injustamente se paga los excesos de la codicia de otros.

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sábado, 2 de enero de 2010

Luna Azul

Luna azul el 1 de enero sobre el océano Atlántico

Bluemoon

Podría romantizar las lunas de la luna

y de su espléndido e indescifrable color azul

en esta apacible madrugada del eterno retorno.


Podría regresar a mis recuerdos

cuando los misterios de la luna se revelaron

y dejaron a los amantes sin Norte y sin cielo aparente.


Podría recitar “La luna” del amor

de Borges a su María Kodama

y el “Lunario sentimental” de Lugones.


Podría recobrar mis sentimientos de amor

de una chica que olvidé su nombre

pero jamás sus aperlados pechos.


Podría besar sus turgentes pezones

cuando rebozan sobre las calidas aguas

que refleja la luna de San Juan.


Podría ver a su mar de tranquilidad

y ensoñarme en sus crepúsculos

gélidos o en su irreverente invisible cara.


Podría sentir sus otros destellos

bañar los sueños de los sueños

de todos los meses del calendario.


Podría sentir la magia de los tiempos

en sus cuartos menguantes

a sus cuartos crecientes.


Podría ver el tiempo completo

en su abultada luna llena

o el vacío en su luna nueva.


Podría desmitificarla y solo verla

cómo un objeto sin placer

y de simple utilidad futura.


Mas puedo verla como es: un inacabable sueño.


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lunes, 28 de diciembre de 2009

Fin de década

En los alrededores de Lake Okeechobee

"El sombrero (Mad Hatter), símbolo del perfecto egoísta...dispone de una propiedad sobre la que no tiene derecho." Nuevo elogio de la locura de Alberto Manguel

Estamos a escasos días de terminar la primera década del Siglo XXI y se nos presenta cómo diez años de vértigo y de descompostura social y política. El delicado Imperio estadounidense se decantó a principio de la década por elegir a la presidencia a un hombre que representaba lo más primitivo de la aberración humana, el político que se cree escogido por Dios y que con su cruzada del bien y del mal llevó a su país por el tobogán de la descomposición moral. Creó guerras por su propio deseo y dividió al mundo. Llevó a su país (y a su aliado inglés) a la quiebra económica y a la mayor desigualdad entre los que abundan la riqueza y los que reciben las dádivas de estos como gestos solidarios para exculpar sus avaricias. Su armada recorre los siete mares y sus ejercito y aviación se encargan de castigar con la fuerza de las balas a quienes osan de no compartir su visión y desmesuradas ambiciones.

Termina pronto una década y toca sigilosamente compartir espacio con otros que tocan a la puerta del Imperio exigiéndole entrada a cuenta de que son ellos quienes ahora financian su sueño de grandeza. El Imperio se socava y todavía no cede a compartir la mesa de las delicias. La zaranda del mundo gira torpemente y, los excesos de avaricia que hicieron tambalear los cimientos de una ideología, se aferra todavía a seguir depredando los recursos de todos para el beneficio de unos cuantos. Se entrega ingentes cantidades de dinero para salvaguardar la cultura del exceso y de la riqueza mientras a los desposeídos se les embarga su futuro y se les niega techo propio.

Amanecimos este último año de la década con la esperanza de un nuevo líder del Imperio. El estadounidense y el mundo se colgó de los sueños de un hombre que habla de virtudes reales y de la necesidad de hacer un mundo más equitativo. Hablaba de paz e incluso aceptó el premio de tal pasión humana. Se le otorga todavía el beneficio de la duda a pesar que ha fomentado desde su gobierno golpes de Estado, trastocando con ellos el sueño de la mayoría de un pueblo que vive en la miseria, para mantener el status quo de la riqueza que ostenta unos pocos. Llega a acuerdos militares para el uso de extensas bases en un continente sudamericano que estaba libre de tropas foráneas con la sempiterna y abusiva dialéctica de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Cuando el objeto final tiene la evidencia de mantener en el poder a un hombre que cambia a su voluntad la constitución de su país para preservarse en el poder y para mantener a una irreverente oligarquía que ha expulsado, a causas de sus políticas, a casi el veinte por ciento de la población del país.

El nuevo premio Nóbel de la paz, hacedor de sueños y de esperanzas, se colgó su medalla y discurrió sobre qué es la paz y cómo la paz se preserva por la guerra. Terminó su discurso y envió a más de 30,000 tropas adicionales a guerrear una guerra sin sentido y sin fin propio. Sus asesores son los mismos del anterior iluminado presidente. Utilizan el mismo discurso de supremacía para mantener un orden salido de unas entrañas de un pasado glorioso y benevolente. Mas ahora el mundo desconoce este discurso y ven más allá del tamiz de la mentira. Saben que ahora guerrean para imponer una victoria inalcanzable en un país donde la miseria y la corrupción son las gesta del día. Buscan saborear una victoria que les eludirá. Mas ellos miden la victoria de acuerdo al tamaño de su hucha personal.

Llegamos al final de los primeros diez años de un nuevo siglo tal y como lo comenzamos. Nada aparentemente ha cambiado. No solo existe más miseria humana sino que todavía los pocos atesoran cada vez más la riqueza sin compartirla. Y esto lo han hecho a despensa de la misma tierra. La contaminación ambiental y sus consecuencias las perciben la humanidad y no quienes las contaminan en su totalidad. El tratado de Kyoto feneció a su nacimiento por el engaño de los contaminadores tal y como fue la Cumbre de Copenhague este mes de diciembre. China y Estados Unidos, los dos mayores contaminadores mundiales, dieron al trasto con las aspiraciones del mundo a tener un mundo ecológicamente viable. Prevaleció los intereses egoístas sobre los sanos intereses de los demás. Así es la historia de principios de siglo. Así es la historia de todos los siglos.

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domingo, 20 de diciembre de 2009

Mi tierra desconocida

Gustavo Dudamel en el Auditorio Nacional de Música, Madrid

160 días pueden resultar una eternidad o un suspiro. Mucho he recorrido y he concursado en ese tiempo que he estado ausente de este mundo digital. El traslado de mi ser durante este espacio ha sido acusador de mis fatigas personales y de mis aspiraciones. Me he trasladado entre océanos y países y he luchado con burocracias enquistadas en siglos de permanencia. Una lucha sin fin y un aprendizaje que el tiempo que recorre las manecillas de mi reloj no lo puedo acortar ni adelantar a mi voluntad.


He redescubierto que el mundo existe aún fuera de este nuevo mundo que rompe las barreras del tiempo y el vivir en diferentes tiempos de un reloj que avisa una hora y que muestra otra diferente mientras se navega en el tiempo de los duendes y de las metáforas. No sé si habré ganado en sabiduría en este tiempo de ausencia de un mundo donde aplaco mi ira al contarla y donde puedo ser yo y otro al mismo tiempo, dependiendo dónde mis letras quieran ir sin control previo de mi parte o, por el contrario, con todo el empeño de dirigirla hacia un fin ya imaginado.


Hoy asumo como mío ese fin y comienzo prudentemente al asumir un cambio no repentino ni avizorado como tal, pero si un cambio que creía era historia de novelistas y artistas que huían de sus pueblos para encontrarse con sus homónimos, pero siempre añorando la nostalgia de su terruño. No asumo todavía el destierro pues aún lo veo lejano, sino asumo más bien un sentido de permanencia, a pesar que el ir y venir a tierras lejanas y desconocidas es todavía mi horizonte llegado abruptamente hace apenas unos meses.


Por ahora me aferro a una tierra nueva que desconozco en su profundidad, al igual que la tierra que dejé es tan desconocida por mi, a pesar que vengo de sus entrañas. Es ese extrañamiento de la distancia de no pertenecer más de la tierra que dejaste y tampoco ser parte de la tierra que te da cobijo. Caigo en círculos de gente alejada de sus patrias. Unos que ya olvidaron lo que dejaron y otros que romantizan lo dejado y viven el placer del engaño feliz. Y en esta tierra descubro lo bueno de mi país y de nuevos amigos que nos desprendieron exhaustivamente del sentido de pertenencia. Y mientras vivo la alegría de lo incógnito de lo nuevo y vivo también la melancolía de mi alejada tierra sumida en el engaño de lo irreal.

jueves, 25 de junio de 2009

The Wine Bar

Maine