jueves, 31 de julio de 2008

Verano en la Bahía Vizcaína (II)

Marina de Key Biskayne, Florida

Summer in Biscayne Bay

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miércoles, 30 de julio de 2008

Calaveras y piercing


Coconut Grove, Florida

Skulls and Piercing

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lunes, 28 de julio de 2008

Una sola vía

State Road 913, Key Biscayne, Florida

One Way

Una sola vía es la simplista e innoble y cínica moralidad del conservadurismo político doctrinario que piensa que sus valores son universales y por tanto deben ser derramados por cualquier medio a la humanidad.

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jueves, 24 de julio de 2008

“La pequeña Lulú” y el verano de 1961

Playa de la bahía Vizcaína, Key Biscayne, Florida

Little Lulu and the Summer of 1961


Dudo sobre los meses en cuestión. Solo recuerdo que jugaban los Yankees y que la escuela estaba a punto de cerrar para las vacaciones de verano. A pesar de eso llegaba por primera vez a este internado que sería mi casa por los próximos dos años. No hablaba el idioma inglés y por eso (así creo) estaba allí. Recuerdo cuando logré pronunciar la palabra beautiful que mi profesor me felicitó por mi excelencia. A incontables días (el tiempo entonces pasaba lento) me quedé solo en mi habitación que compartía con un compañero y que al irse ocupé la confortable cama de abajo de mi litera. Allí pasaban los días y yo me ocupaba de limpiar lo trastos de la cocina y cortar el césped y de ordenar los utensilios de jardinería y los trineos del próximo invierno. Nunca había visto un trineo de verdad y por tanto me admiré de su mecánica. Estaban fabricados de madera y de metal era el rail de deslizamiento. No imaginaba cómo era la nieve donde se deslizarían.

Me sentaba durante el día a admirar el bello río Hudson desde su ribera. Era un acaudalado río que de lejos divisaba el majestuoso puente Tappan Zee que lo cruzaba de una ribera a la otra. Soñaba que volvería pronto a mi casa pues creía que mi llegada a la escuela sería tan temporal como los compañeros que se habían marchado a sus casas dejándome solo en esta vasta propiedad. Con ellos había visitado la escuela de guerra West Point y empezaba a conocer la música americana de los Everly Brothers, Neil Sedaka, Dee Dee Sharp, Dion y Paul Anka, sin olvidar a Dick Clark con su American Bandstand. Allí disparé por primera vez una arma de fuego: una escopeta de doble cañón. Hasta hoy recuerdo el culatazo y el ensordecedor sonido de un instrumento para dar muerte. Era mi encuentro con la cultura estadounidense a una edad muy temprana que marcó mi vida y los recuerdos de mi juventud.

Ese verano tan único en mi vida transcurrió en completa soledad. El colegio cual llegué con aprensión se quedó solo para mí. Estaba formado por una gran casona de tres pisos donde vivían los niños pequeños, eso quería decir menores de doce años. Luego estaba la casa del medio. Allí vivía yo. Era una pequeña casa de dos pisos que contaba con tres o cuatros habitaciones en cada planta y con una escalera a la entrada y un cuarto de baños compuesto de varias duchas colectivas y dos escusados sin puertas. Más arriba estaba la casa de los mayores. Yo viví en la habitación del fondo justo enfrente de los servicios. Allí transcurrió para mí todo ese verano de 1961 y lo que restaba del año.

Fueron algunos pocos días que un maestro de la escuela se apiadó de mí y me acogió en su casa por un fin de semana donde le ayudé a fabricar su habitación en casa de su madre. Allí comí hamburguesas y Apple Pie. Además ví jugar a los Yankees por la televisión. Creo llegaba pronto el final del verano pues se jugaba la clasificación para el mundial del béisbol profesional. Los Yankees iban a la cabeza. Sonaba con fuerza Dance on Little Girl de Paul Anka, Runaway de Del Shannon y Runaround Sue de Dion. No me gustaba entonces Elvis Presley. Para diciembre aterrizaría Chubby Checker con Let’s Twist Again. Los Beatles no llegarían sino para dentro de dos años.

Luego no volví más y hube de quedarme lo que restaba del verano en mi desolada escuela. Recibía de vez en cuando una que otra visita de padres que venían a prospectar el colegio. A pesar de no hablar inglés no por ello impedía me acercare a ellos. Algunos expresaban gestos de simpatías otros me hacían preguntas inteligibles. Soñaba que sus hijos me harían compañía. Me veía andando con ellos por los jardines y jugando pelota en los campos deportivos del colegio y por las aceras del pueblo y zambulléndonos en río Hudson. Los días pasaban con lentitud y cada día me creaba un mundo interior. Recuerdo viajaba por caminos llenos de arbustos y espinas sigilosas. Algunas de estas sendas me llevaban al margen del agua otras me acercaban a parques y palacetes. De lejos veía el gozo del picnic ajeno. Veía pequeñas velas de colores encendidas siendo apagadas con las fuerza del soplo del cumpleañero. Recipiente cargados de cotufas se repartían a borbotones. Helados y gelatina y la tarta cumpleañera se compartían entre los invitados. Me entristecía no poder participar. Pero mis deseos yacían también en satisfacer mi glotonería.

Disfrutaba de sobremanera el olor de la barbacoa y de los fuegos artificiales y de la piscina. Seguramente era un 4 de julio. No sabía qué decían los niños que jugaban al vaquero y los que se bañaban en la piscina. Una cerca metálica era la división entre ellos y yo. Me sentaba a verlos y me hacía ilusión de tenerles como amigos. Eso no iba a ser posible. Yo era un niño prisionero de una escuela y ellos unos niños aventajados de un país rico. Mi país sufría la instauración de la democracia. Las guerrillas marxista atacaban con fuerza al país. Cuba era la punta de lanza que trató de desembarcar la ideología comunista en mi país. Yo de lejos no vivía tal grado de inquietud: por ahora. Había todavía que esperar por octubre de 1962 para sufrir con todo rigor los efectos de la Guerra Fría. Aunque para esa fecha con trece años cumplidos las incasables prácticas de correr hacia los refugios atómicos y de cómo comportarme una vez llegado el fin del mundo no pasaba de ser más que otro recreo escolar. Esto lo vivía como si fuese un personaje de un filme de ciencia ficción. Me creía un superhéroe que luchaba por la democracia y la libertad. Sin saber a ciencias ciertas el significado de tan complejas y abusadas terminologías.

Mis días transcurrían entre la generosidad del maestro y la de su madre que me gentilmente me permitieron ver a los Yankees por la televisión y mis diarias faenas de jardinería y mis paseos por caminos que se bifurcaban en otros y otros a la vez creando un enjambre de desconocidos nuevos pasajes que mantenían viva mi imaginación. Entretiempo mi reloj acusaba la lentitud del tiempo de la niñez. Era todavía un niño que disfrutaba aunque fuera de lejos ver a través de las ventanas de casas ajenas los dibujos animados de la tele mientras caminaba por las aceras de Nyack hacia la tienda de la esquina, “Corner Store”, me decían los empleados de mi escuela. Allí me alimentaba de nuevos sabores descubriendo los cupcakes y Devil Dogs.

Mis paseo por este pueblo consistía además en visitar la tienda de discos o el 5&10 o el cine que el filme cambiaba cada semana y que la versión vespertina no era la misma que la nocturna. Recibía para entonces 1,05$ por semana como semanario. Con ello lograba comprar un disco de 45 rpm o la entrada al cine o un English Muffin con una Coca Cola. EL cine estaba descartado pues no entendía el idioma inglés. Para suerte mía mi apetencia se decantó en la música pues logré hacerme de una discografía de importancia que luego mi madre decidió tirarlos al pipote de basura justamente cuando tenían valor comercial. Todavía recuerdo sus carátulas y los desgastados surcos blancos de tanto escuchar una y otra vez un mismo lado del 45.

En Woolworth me sentaba en la barra del mostrador de la cafetería o me paseaba por sus anaqueles viendo una variedad de artículos jamás visto por mi. Entre ellos descubrí la venta de calcetines de colores; tanto blancos o rojos, que venían en paquetes de a tres. Allí me debatía en comprarme uno de ellos. El impulso fue más grande que la prudencia y ahora mi mesada tenía más oportunidades para el dispendio. Logré también comprar por escasos cincuenta centavos una pequeña radio que trabajaba sin pila ni electricidad y que se escuchaba solamente por medio de un pequeño auricular, en mi caso, la WABC de Nueva York (solo existía la AM pues la FM estaba todavía a más de diez años de distancia). El filme West Side Story acaba de ser exhibido y con ello los calcetines de Woolworth mantenían la importancia de la moda. Me había comprado unos blancos y unos rojos; cuales lucía sin pudor con mi pantalón vaquero apretado y de un dobladillo alto. Con ello tomaba el aspecto del personaje Tony de los Jets sin ser gringo. Me había enamorado de María de la pandilla latina de los Sharks. Me encontraba entre dos culturas. Era la premonición de mi futuro. Ya había pasado el verano.

En mi habitación los días continuaban pasando y mi cómic “La pequeña Lulú” que había traído conmigo desde mi país fue mi mejor compañero para tan larga espera en soledad. Recuerdo vivamente el personaje Tobi y su club donde "no se admiten mujeres”. Para entonces no tenía todavía a ninguna Lulú que deseara mis encantos. Tobi y Lulú eran unos singulares personajes que a pesar de ser niños con sus ocurrencias divulgaban con humor las complejas relaciones entre hombres y mujeres. Ayer me llegó por correos un ejemplar del año 1958 de “La pequeña Lulú”. Lo he leído con la diligencia del eterno recuerdo. Así cómo esta caseta que vende limonadas que lleva el sugestivo nombre de Toby –sin la i latina como se escribe en español- (a pesar que quien vendía limonadas era Lulú) me puso a mis pies el recuerdo de ese triste y a la vez encantador e imaginativo verano y año de 1961.

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miércoles, 23 de julio de 2008

Exceso de consumo

Rickenbacker Causeway, Bahía Vizcaína, Florida

Gas-Guzzlers

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lunes, 21 de julio de 2008

Naturaleza (después de la lluvia)

State Road 913, Key Biscayne, Florida

Nature (after the rain)

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sábado, 19 de julio de 2008

Antonia llegó anteayer

Baptist South Miami Hospital, South Miami, Florida

Antonia arrived the day before yesterday

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viernes, 18 de julio de 2008

Verano en la Bahía Vizcaína

Key Biscayne Sr913, Florida

Summer in Biscayne Bay

Apenas había llegado el final de la tarde cuando irrumpió una tenaz lluvia huracanada que oscureció de pronto la vista de mi ventana que no lograba siquiera ver las hojas de los matorrales más cercanos. Entre el inquietante ruido del agua que salpicaba en los techos de aluminio se entrecruzaba aún con más fuerza el estremecedor sonido de los rayos que surcaban el impenetrable cielo con su impasible luz.

No habiendo terminado el efervescente tiempo me asomé con prudencia en mi balcón y me asombré al ver la inusitada luz que modificaba con impaciencia el panorama del infinito mar. Sus destellos se entrecruzaban con el sonido de los incansables truenos. El sol se había sepultado mientras una densa capa de nubes encubría todo lo que mi vista alcanzaba a ver. No obstante la sibilina luz permeaba su colorida transparencia cubriendo la naturaleza con un manto de color magenta.

Puse en marcha el coche recién comprado de mi hijo y fatigué las anegadas vías del Rickenbacker Causeway con ánimo de descubrimiento. La prudencia del recorrido me invitaba a observar con detenimiento la lujuria de los frondosos árboles y de la naciente luna llena. Los parques se habían vaciado y sus puertas cerradas impedían el paso a quienes osaran traspasarlos. Ya había cesado la mortificación del cielo y con ello comenzó mi aventura de recorrer las bifurcaciones de la SR913.

El huracán Berta tocaba lejanamente los albores de la costa. Todo indicaba que este mes de julio la isla escaparía los tormentos de los poderosos vientos de los huracanes del Atlántico y del Caribe, mas se viviría con intensidad las intempestivas depresiones tropicales. Hoy no era un día de estos, pero sin embargo, la rudeza del innoble tiempo me hizo sentir que el verano en esta otra bahía vizcaína –lejana de su original en el mar Cantábrico- era generador de su propio microcosmo y de sus propios olores y colores. Como los es todo en este vasto continente americano.

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miércoles, 16 de julio de 2008

Entre el ocio y el trabajo

Coconut Grove, Florida

Between Leisure and Work

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Condones y "strippers"


Coconut Grove, Florida

Condoms and strippers

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lunes, 14 de julio de 2008

El jaguar y la mariposa

Coconut Grove, Florida

The Jaguar and the Butterfly

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viernes, 11 de julio de 2008

Un lugar seguro para un recién nacido

Key Biscayne, Florida

Existe una barrera sutil entre señalizaciones de tráfico y de vías y aquellas realizadas por entes privados para señalizar prohibiciones o advertencias y las señales propias de los anuncios de publicidad. En esta materia hojeé el libro A History of Advertising publicado por Taschen que nos guía sobre la historia de la publicidad desde su comienzo como tal en 1630 con la publicación del primer anuncio de publicidad en La Gazzete de France por el francés Théphraste Renaudot hasta nuestro días. Este libro fue parte de mi fuente de inspiración para las fotografías publicadas ayer bajo el título “Señalizaciones” y la de hoy.

Hace unos días -en mi todavía pausa veraniega (que durará hasta septiembre)- en un paseo diligente comencé a descubrir el pequeño pueblo de Key Biscayne, que a pesar de haber visitado intermitentemente durante más de 20 años, me permanecía desconocido. Mi anterior automatismo consistía en tomar un taxi desde el aeropuerto al condominio de mis padres (y ahora al mío) y observar en este recorrido el escenificado panorama de la ciudad de Miami a través de la bahía de Vizcaya y ver de un lado al otro el acuoso mar de un torrente azul turquesa. Adentrarme en sus marinas y bosques y llegar al grandioso bulevar que lleva el mismo nombre del placentero parque Crandon Park me era también una rutina.

Pero en este viaje me descolgué de mi usanza y tengo hoy tres días sin salir de esta isla tan distante en su forma de vida como de la incontestable y bulliciosa y quizás vulgar ciudad de Miami. Mis días comienzan muy temprano en la mañana; a eso de las 6:30. Me siento en mi balcón de mi piso a observar y percibir desde allí la vista y el olor del no lejano mar. Leo la prensa del día escuchando entre bambalinas la suave música que sale de la radio antes de comenzar el noticiero de NPR mientras espero con ansias escuchar el programa de la acuciosa periodista Diane Rehm.

Durante estos días he dejado el coche en su aparcamiento y mis pies han pisado con pasos cortos las caliente aceras de este pequeño y sofisticado pueblo. He sudado mucho pues las temperaturas han rondado los 38º C. Me he paseado por sus pequeños centros comerciales y que en uno de ellos se está estrenando una sucursal de Starbucks (del cual me he convertido en un aplicado consumista). Mientras tanto he comenzado a descubrir otra vida otro pueblo. Y he aprendido que es “un lugar seguro para un recién nacido”; según reza este anuncio.

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jueves, 10 de julio de 2008

Señalizaciones



Rickenbacker Marina, Key Biscayne

Signs

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miércoles, 9 de julio de 2008

(Los ricos) De compras

Coral Gables, Florida

(The rich) Shopping

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martes, 8 de julio de 2008

Mirando

Key Biscayne, Florida

Looking

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lunes, 7 de julio de 2008

Patriotismo II

sábado, 5 de julio de 2008

Patriotismo

Sobre el cielo de Key Biscayne, Florida


“My country right or wrong, is a thing that no true patriot would think of saying…It is like saying, My mother drunk or sober” G.K. Cherteston


Ayer 4 de julio se conmemoró en los Estados Unidos de América el día de su Independencia. Allí se le conoce como Independence Day –título análogo al filme de ciencia ficción de Roland Emmerich sobre alienígenas que invaden a la tierra y la cual es rescatada obviamente por un héroe (esta vez negro y que fue extrañamente profecía al actual candidato presidencial Demócrata) estadounidenses un 4 de julio- también la llaman la Revolución Americana.

Esta anual conmemoración es celebrada con un verdadero fervor patriótico. Por todo el país se celebra con desfiles de carrozas y de candidatos políticos a la caza del voto, así como es el día para mostrar los nuevos coches de bomberos y ambulancias, nuevas patrullas y su policía armada. Los colegios también salen a lucirse con sus bandas musicales y animadoras vociferando y saltando con sus pompones. Es una verdadera fiesta comunitaria de solidaridad.


No escaseó en todo este bullicio de explosión de patriotismo los aviones de guerra surcando el cielo y el desfile de veteranos militares retirados oteando con profusión la bandera nacional y la de sus colores reproducidos en cualquier variedad de artículos. A pesar del injusto estado de guerra que el país se encuentra sometido por la maldad de un inepto y corrupto gobierno que no se sacia de derramar la sangre de sus ciudadanos y de inocentes extranjeros para enriquecerse ellos mismos, me resultó incompresible y desconcertante no ver en el desfile o en los espectadores, ninguna alusión a la paz. Es como si el alma revolucionario hubiese fenecido.

Sentí en el ambiente una sensación de negación de la realidad. Solo se deseaba festejar la banalidad. Se quiere solamente vivir el patriotismo de la bandera y del desfile jocoso y del disfrute de un día de asueto para saciar su apetito con hamburguesas cocinadas en barbacoas y engullidas con cerveza a borbotones, terminando este festivo día con una esplendorosa oferta de fuegos artificiales.

Mientras observo el espíritu revolucionario en letargo y envejecido y arropada con toda su intensidad en la bandera nacional y que deja a la deriva a un maravilloso país -que ejerció por mucho tiempo el liderazgo de la libertad y de los derechos humanos- en manos de funámbulos de los sueños y de imperialista cosechadores de poder que lo ejercen para su propio bolsillo. ¿Podrá rescatarse el espíritu revolucionario estadounidense? En la respuesta a esta pregunta yace el futuro de ese país; y quizás del mundo.

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viernes, 4 de julio de 2008

Comida lenta

Marina de Key Biscayne, Florida


Slow Food

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jueves, 3 de julio de 2008

Entrada prohibida

U.S. 1, Miami y South Miami

Do not Enter

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miércoles, 2 de julio de 2008

El gordo y el flaco (en el siglo XXI)

South Miami, Florida

Laurel&Hardy (in the 21st Century)

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martes, 1 de julio de 2008

Aspirando a Irak

U.S. 1, Miami


Vacuuming Iraq

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