miércoles, 27 de febrero de 2008

En el horizonte de Brahma

Desde el Templo de Brahma

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domingo, 24 de febrero de 2008

El olvido de Dios (II)

En el templo de Brahma

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viernes, 22 de febrero de 2008

El olvido de Dios

Pushkar

Convivir en un país donde la pobreza absoluta abunda como racimos de uvas de la Alavesa resulta ser una pesadilla para aquellos agraciados con la sensibilidad de la empatía humana. Yo, quien fui un visitante de paso por la incomprensible India, y que miraba por doquier sin esconder el embarazoso objetivo de mi cámara, que apuntaba sin cesar a objetos y personas mientras recogía la avalancha de imágenes no antes vistas por mí, y, a la misma vez intentaba descifrar el contenido de las mismas, no pude divorciarme de mis sentimientos de culpabilidad que sentí como viajero fugaz, que recoge souvenires para mostrarlos luego como prueba del viaje realizado.

¡Qué tremebundo! Mostrar imágenes de la miseria permanente. ¿Cómo es posible que yo quien creció en un país donde vi acrecentar la pobreza -sin percibirla con claridad en su tiempo- y que conviví muy cerca de ella, y cual la ignoraba a diario, hasta un día que amaneció ante mí lo imposible de ocultar, pueda ser sensible todavía por tal condición humana? Es eso mismo, y más, lo que siento: piedad y tristeza. No siento repulsión (como muchos) ni la aparto de mis pensamientos. Quiero enfrentarla y verla con minuciosidad. Quiero con esto sentir el alivio y no la responsabilidad de tal condición infrahumana. Quizás con esto agote mi pesadilla de la pesadumbre de ver tanta inhumanidad. Porque sueños hay muchos.

Responsabilizo de tal situación inhumana –el pauperismo- a los más poderosos que se enriquecen de la ignorancia de los demás, al someter a una moderna esclavitud a los trabajadores, que no pueden liberarse de sus míseros sueldos. A los políticos de los países desarrollados –como en mi querida España con sus jóvenes políticos neofranquistas que optan por el poder y que reviven espejismos de xenofobia en una población ávida de un pasado medioevo- que con su discurso populista culpabilizan a los emigrantes de contaminar sus países con su leprosa pobreza. Asumo la miseria de la pobreza como la vergüenza de la injusticia del hombre y del olvido de Dios.

Lo incomprensible para mí es que los más pobres sean aún creyentes fervorosos y que expíen sus pecados de la pobreza inclinándose ante el Dios o dioses de sus creencias. El fervor de los creyentes del hinduismo fue finalmente comprensible por mí al despejar el opaco tamiz de ésta antiquísima religión que aún conserva dioses y avatares que los remontan a semejanzas con la mitología griega. Entendí que sus dioses y su dios creador no es el mismo del mundo occidental y del mundo islámico con su monoteísmo. Ellos creen que la vida es un castigo –una apariencia- que conlleva inevitablemente a la liberación de ella y a la misma vez se es una manifestación de Dios. Quizás esto explique la sumisión a la pobreza en un país como la India.

Y mientras tanto sigo sin comprender la insólita fe religiosa de nuestros pobres en Occidente y en el mundo islámico: capaz de vejar a otros en sus propias tierras con sus poderosos ejércitos invasores expoliadores de riquezas y, por otro lado, los invadidos, capaces de inmolarse por Alá. Nuestro mundo de un único Dios es el mundo de lo real (y de la violencia) y el mundo del hinduismo es el mundo de lo incierto (del sueño). Aquí yace la incongruencia entre dos concepciones del mundo.

Y mientras sigo en camino al centro del origen del mundo.

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miércoles, 20 de febrero de 2008

Habitaciones con aire acondicionado

En carretera al origen del mundo

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lunes, 18 de febrero de 2008

Washington’s Birthday

En un lugar en el mundo fuera de EE UU

Samuel Johnson dijo: “el patriotismo es el último refugio de los canallas” y, Schopenhauer no muy diferentemente, se expresó más tarde de este arrogante mal (que el siglo XXI ha revivido con vehemencia en manos de los estadounidenses y de sus líderes) de esta manera: “el patriotismo es la voluntad de matar y morir por razones triviales”.

Bajo el amparo del patriotismo se moviliza ejércitos de desalmados que avasallan con sus poderosas e inagotables armas a pueblos enteros. El 11 de septiembre de 2001 fue el gatillo que sirvió para renacer en manos de corruptos gobernantes estadounidenses el alma latente del cáncer del patriotismo. Esto sirvió para borrar la responsabilidad de su presidente en proteger la frontera de su país al permitir por su incapacidad o por su negligencia tan devastador acto de terrorismo en suelo propio.

Bajo el yugo de la bandera levantó absolutamente a todo un simplista pueblo en torno a la idea del odio y de la revancha dirigido hacia el inocente pueblo afgano e iraquí y, más allá de este abismal panorama, cultivó la primigenia de los resentimientos religiosos. Estos invadidos pueblos han sido inhumanamente vejados y expoliados de su riqueza cultural y económica bajo el patriotismo de una bandera.

Queda entonces como tarea pendiente el renacer de un pueblo que esté dispuesto a desechar su nesciencia y exigir castigo para su presidente y colaboradores más cercanos. Además resta pedir perdón ante el mundo por Guantánamo y por Bagram, por Abu Ghraib y por sus innumerables centros clandestinos de detención y de tortura esparcidos por el planeta. Solo así su bandera podrá flamear nuevamente sin vergüenza ante el mundo.

Mientras ella yace hoy en el mundo al contrasentido como alegoría a un George Washington que en su día arengaría nuevamente a su pueblo por una nueva Independencia para liberarse de las férulas de estos medievales líderes. Pues hoy no se celebra en los EE UU el "Día de los presidentes" (Presidents’ Day) sino el "Cumpleaños de Washington" (Washington’s Birthday) que no es lo mismo. Pues lo contrario sería una afronta a la humanidad.

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sábado, 16 de febrero de 2008

Autorretrato, espejos y reflejos (nota final)


“Espejos de metal, enmascarado espejo de caoba que en la bruma de su rojo crepúsculo disfuma ese rostro que mira y es mirado,…” J.L. Borges

La seducción del reflejo del Yo ante un fondo de cristal, cual uno logra verse a la inversa como los demás lo ven a uno, creando un espejismo de uno mismo o la ilusión del otro Yo, es devastador. ¿Quién es uno? ¿Soy yo quién se refleja efímeramente en el fondo del espejo? ¿Es la imagen que veo y que me ve reconocible para mí cómo mi propio interior? ¿Es reconciliable los sentimientos sobre uno mismo con la imagen que se refleja ante nuestros ojos?

Todas estas preguntas, irremediablemente sin respuestas ciertas, acrecientan las incógnitas, al devolverse nuestro ilusivo Yo ante uno mismo de manera inmediata como imagen intocable, inasible, esa es nuestra imagen reflejada ante un espejo. Está allí mientras permanecemos enfrente de él. No ocupa espacio alguno y lo ocupa todo. Desaparece nuestra imagen ante uno mismo al movernos o darle la espalda, mas, se mantiene en ella y puédase ser visto por uno mismo al multiplicar los espejos que conjugan nuestra imagen, reflejándonos nuestra réplica ante el infinito espacio.

La fotografía con su entrometido instrumento, capaz de plasmar la imagen del Yo reflejada ante la impenetrable lámina, nos permite vernos y descifrarnos al igual que la Alicia de Lewis Carrol que usó el espejo para leer el poema invertido Jabberwocky. ¿Pero es posible leernos con comprensión ante el retrato de uno reflejado ante un espejo y reproducido en fotografía?

Me pregunto si soy más real, menos soñado, al verme ante mí mismo, salido del Yo, viéndome en el Otro, ese otro que no soy menos que yo sino la confluencia de taciturnos encuentros y de sueños imparables. Este maravilloso encuentro con lo efímero, lo insustancial, lo vaporoso, el cristal de la cámara lo atrapa en la permanencia de la delusión del tiempo burlándose del sueño del espejo. Y con ello pretendo acariciar la perplejidad de la eternidad.

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lunes, 11 de febrero de 2008

Autorretrato, espejos y reflejos (IV)

Pushkar, India

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viernes, 8 de febrero de 2008

Autorretrato, espejos y reflejos (III)

Jaisalmer, India

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jueves, 7 de febrero de 2008

Autorretrato, espejos y reflejos (II)

En el desierto de Thar

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miércoles, 6 de febrero de 2008

Autorretrato, espejos y reflejos

Jodhpur, India

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lunes, 4 de febrero de 2008

Manta mágica



No sé si a todos los hombres se nos aflora el deseo sexual al leer "Aforismos de amor" de Vatsyayana o cuando vemos sus eróticos dibujos. Tengo en mis manos el libro en español titulado Kama Sutra, como suele titularse también "Aforismos de amor". Los dibujos de Rama Kishan plasmados en este libro son de tal densidad erótica que al verlos y recrearlos en la imaginación son afrodisíacos naturales. Me pregunto si la mujer percibe el erotismo de la misma manera que el hombre.

¿Siente la mujer deseo sexual al ver una escena donde la mujer coge en su mano un falo erecto? ¿Se estimula su deseo sexual al ver los dedos de un hombre masajeando y penetrando con ellos la parte más íntima de la mujer? ¿Se excita su pensamiento sexual con la desnudez de un cuerpo masculino o femenino? ¿Le surge excitación sexual con imágenes sexuales explicitas? ¿O más bien su deseo libidinoso proviene de imágenes románticas idealizadas?

Hasta muy recientemente el hecho de llegar el hombre a su edad madura estaba asociada a una relajación del apetito sexual. Implicaba que sus deseos y sesiones sexuales disminuían y se acortaban en su duración. La mujer como el hombre también sufre de esto pero siendo su inapetencia aún más pronunciada. La menopausia que debiera ser un acto de liberación sexual de la mujer, pues la libera del acto de la concepción, permitiéndole en principio disfrutar a su plenitud del acto sexual, realmente se convierte en cómplice de su aburrimiento sexual.

Hace 10 años el fulgor sexual del hombre fue potenciado con la magia de la química al ponerse a la venta el Viagra. Este fármaco ha sido el acompañante afrodisíaco para los hombres de todas la edades. La mujer había sido castigada, hasta hace muy poco, de disfrutar con fruición del gozo sexual desinhibido desde el arribo de su menopausia. Ahora con la misma magia farmacéutica llega Intrinsa que recobraría quizás el apetito sexual de la mujer en su climaterio para equipararla al hombre maduro.

Entre el Kama Sutra y templos eróticos, pastillas e imágenes sicalípticas, la apetencia sexual se logrará quizas mantener más allá de las fronteras de las edades; permitiendo a la mujer y al hombre conjugar sus deseos sexuales y disfrutar desinhibidamente del erotismo. La India es un lugar especialmente sensible a estos juegos del amor. Y nada como una manta mágica y la imaginación.

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sábado, 2 de febrero de 2008

Al descubierto

Bikaner, India

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