¿Robo o recuerdo?
El invierno parisino es inusitadamente bello por sus conocidos cielos grises que aportan una límpida luz donde se regocijan los hacedores de imágenes fotográficas en blanco y negro, mas, experimentar con el color con la ya desaparecida novedad de la tecnología digital (¡ay con la inexorabilidad del tiempo!), cual por ahora nos muestra su inepcias en el blanco y negro, puede depararnos sorpresas bellas, si se tratan muellemente la nobleza de los colores mustios y el no menos delicado impacto de iluminados brillantes colores; y sobre todo, si dichos colores artificiales expuestos al público completan (o nos recuerda) visualmente el vacío del color o si por el contrario ha sido la creatividad de la publicidad (en la belleza apetecible del joven cuerpo) quién se ha robado para sí el primor del azul cielo que Tintoretto tanto ansió; y que verosímilmente hubiera podido atesorar en un frasco veneciano: tan azul como el pomo que tan sensualmente coge entre sus dedos la olfativa e insinuante modelo cuya imagen refleja lejanamente a una cierta alegoría al cuadro El verano de Tintoretto.
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