jueves, 15 de mayo de 2008

Atentado en Jaipur (Terror Attack in Jaipur)

Ayer miércoles en la mañana, justamente luego de mi vaso diario de zumo de naranja recién exprimido con la vitamina C todavía en suficiente cantidad para disipar las constipaciones nasales de la primavera, leí la triste noticia de un atentando terrorista en serie cometido con la precisión del movimiento de los astros, por ahora desconocidos autores. Hasta hoy no hay indicios ciertos de quiénes han sido ni las causas ni nadie ha reivindicado las acciones criminales de este atentado mortal en la ciudad de Jaipur, que ha causado hasta ahora (según reportan las diferentes agencias internacionales de noticia) la muerte de más de sesenta inocentes personas y de ciento y tantos heridos.

Hace cinco meses tuve la osadía de pasearme por las calles de esta ciudad sin guía alguno y solamente con mi instinto de la imprudencia nacido de vivir en ciudades aún más peligrosas (o así creía) que Jaipur, me permitió adentrarme por sus callejuelas. No olvido aún el olor de sus frituras callejeras y del color de sus telas expuestas a la venta y de sus mujeres bellamente vestidas que caminaban por sus sucias calles compartiendo espacio con escuálidas vacas y triciclos motorizados y la monotonía de su implacable sonido (tuc, tuc, tuc,), así como los ecológicos rickshaw. En fin un enjambre de tráfico de gente, vehículos de toda especies y animales.



Por las calles de Jaipur

Pienso en esta ciudad donde festejé el nacimiento del 2008. No olvido la impresión que causó en mí el mágico observatorio astronómico Jantar Mantar con sus piezas que vistas individualmente son claras formas minimalistas dignas de Mondrian. El misterioso Palacio de los Vientos que todavía parecen flotar los espíritus de sus mujeres observando con sigilo la vetada vida exterior.


Palacio de los Vientos

Me pregunto mil y una vez el porqué de estos aterrorizadores actos criminales en un país que tiene la capacidad de asimilar en su religión hinduista creencias de otras religiones. ¿Cómo es posible que un país que tiene miles de miles de templos que son centros de paz y quietud sea propagado con eficiencia el odio asesino? A veces presiento que algo inusitado dentro de nuestras aparentes verdades no son precisamente tan ciertas. Mientras mi inquietud viaja por la ocurrencia de que el hombre del siglo XXI ha dejado la tranquilidad de la humanidad por la irreverencia de la maldad.