domingo, 25 de noviembre de 2007

Ayer y ahora

Plaza de Guipúzcoa, Donostia

Ayer y ahora la riqueza material se mide por la cantidad de dígitos que se forma la suma (en dinero) de los activos menos la cantidad de pasivos o deuda se tenga. Resolviendo en una cifra neta el resultado de dicha combinación matemática el derivado es un monto absoluto del valor de la riqueza de un individuo o empresas. En todo tiempo esta riqueza se puede expresar equivocadamente en objetos que se aportan para la vista de todos. El coche es un objeto que sirve para mostrar tal inadecuado valor. Ayer el Austin Mini Cooper era una muestra de frugalidad y el Porsche una de ostentación de riqueza. Hoy esto sigue al unísono. Salvo que en el ayer de los años setenta pervivía la esperanza de que la riqueza del espíritu triunfara sobre la inhumanidad del materialismo. En el presente toda esta ilusión se desvaneció en la esperanza de lo imposible. Aunque si nos guiamos por estos dos coches, la ostentación de lo material como la frugalidad de ello, comparten todavía el plató de la vida. El tiempo parece no resolver tal paradoja.