martes, 20 de noviembre de 2007

Manuelle Gautrand

Avenue des Champs-Élysées

Hay ciudades que tienden a estancarse en su desarrollo humano y estético. Las razones son variadas, siendo una de las más importantes: el agotamiento intelectual de su población. Otras se renacen por la inventiva y la fuerza del cuestionamiento intenso de sus artistas de la ciudad donde habitan, que con su singularidad, convencen al estamento empresarial y burocrático a aceptar diseños vanguardistas que modifican de manera significativo el hábitat.

París, ciudad que se ha venido cuestionando su estatus de ciudad museo (o ciudad muerta), aparentemente ha comenzado a ceder a dicha categoría. Con innovaciones como la Fundación Cartier para el Arte Contemporáneo y el Museo Quai Branly, ambos diseñados por el renombrado arquitecto Jean Nouvel, son ejemplos de dicho cambio. Ahora nos llega lo último en testimonio de innovación en diseño de arquitectura: el singular edificio de la Tienda Citroën realizado por la joven arquitecta Manuelle Gautrand.

No queda dudas (por lo menos a mí) que París cambia y deja atrás su arquitectura del siglo XIX y mediados del siglo pasado, y comienza inclusive a relajar las regulaciones Haussmannian, para abrazar el siglo XXI con fuerza innovadora. Espero así sea. Aunque no propongo que se apropien de ideas tan radicales como las de Le Corbusier para el centro de París. Sólo espero que su espíritu transformador prevalezca, como la de Gautrand, heredera de Le Corbusier.