Mercadotécnica revolucionaria II
Tenemos a una sonrisa carismática y a una empatía fisonómica de un político con su gente. Tenemos el encanto de la bandera que apela a emociones primigenias que al añadírsela estrellas como velas de cumpleaños y por la gracia del caudillo, engancha a un pueblo entero ávido de reconocimiento. Tenemos entonces el éxito mercadotécnico de un iluminado que secuestra a toda una nación. Tenemos para unos su salvador y para otros una experiencia atormentadora. Tenemos el fortalecimiento de un pueblo por una ideología y la involución de sus libertades al ritmo del ciempiés. Tenemos evidentemente ocho años de confusión.
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