El llanto no es ficción
“Mi madre habla muchas veces de cuando estuvo presa. Mi hermana Norah también estuvo presa durante el peronismo, y nos mandó decir que estaba encantada con la cárcel, que tenía baldosas blancas y negras, que era lindísima. Nos habló tan bien de la cárcel que todos la imaginamos mucho peor de lo que era.” Jorge Luis Borges
Al fondo hay un edificio (conocido como el Helicoide) aparentemente deshabitado que esparce temor en la población su sola mención. Tortura, ajustes de cuentas por parte de los servicios de inteligencia y seguridad del Estado, asesinatos de opositores políticos, desaparecidos en el tiempo, todo esto y más puede hacernos pensar que son eventos de un relato de ficción, pero ciertamente ha sido una cárcel a voz baja temida por el pueblo, que sus accidentales moradores llevados allí sin sus consentimientos podían ver desde lejos un cementerio donde reposarían los más afortunados. Terrorismo de Estado y privación indebida de la libertad y de la vida. Un mano a mano reprochable por su injusticia e inhumanidad. Y mientras esta reprendida práctica se le permita a gobiernos el llanto de los que quedan es ineludible. Y esto no es ficción.
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