La fuente de las confidencias, Madrid La quietud que se respira al visitar la casa museo de Joaquín Sorolla en Madrid nos devuelve a las memorias del siglo XIX. (Esas memorias de nuestro museo imaginario.) Al entrar por el pórtico de la entrada nos deposita en un bello jardín con sus fuentes de aguas y verdores y la calma de los pájaros con sus cantares que se escuchan finamente envolviendo el ambiente y recobrando para nosotros esos sentimientos de añoranzas de un anterior mundo gentil y romántico.
Entre enredaderas y alhelíes y adelfas y azulejos de su Andalucía querida se posan estatuas indefinidas y entre éstas: dos mujeres o la conversación o hijas, o con la de su verdadero nombre, “La fuente de las confidencias”. Lo importante no es cuál es el nombre original de esta estatua (pues ésta Sorolla pudo haberla denominado a su antojo) sino entender la motivación de Sorolla de colocar a ésta en un privilegiado sitio de su jardín madrileño. Quizás es comprometido arribar a dar una respuesta a tal pregunta, porque por preguntas, podríamos aproximarnos a una respuesta.
¿Es que estas efigies le recordaban a Sorolla sus hijas? ¿Qué valor artístico tiene esta obra que ha sido ganadora de una Medalla de Plata en una exposición de Artes Decorativas? ¿Por el hecho de estar en el jardín de este valorado artista estas figuras se valorizan como arte? ¿Es que mi fotografía de esta escultura cambió la estética de su autor Díaz Pintado y la estética de Sorolla por su emplazamiento creando con mi fotografía una nueva estética de esta obra?
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