Acto de magia de lo etéreo
Los escaparates son escenarios de tentaciones fabuladas al igual que el escaparate del teatro es el plató para los actores con sus cuentos y ficciones. Los productos se hacen actores y los actores se cristalizan en productos y finalmente se ponen en escena e intentan la actuación de su vida: representar una obra en un solo acto en un mismo tiempo de un solo golpe.
En el escaparate común -el de la calle, el de las aceras, el de los asépticos centros comerciales- es una invitación a adentrarse en él a nuestras anchas, merodeando lo puesto en escena, ya sea en pequeños escaparates blindados o colgados en perchas o expuestos en estanterías, que al recibirnos en el templo del consumo sus inconclusos actores nos envuelven en el sutil engaño de las maravillas y del perfomance art: escena diaria admirada por los avezados de la representación.
En la imagen que os presento es un vivo ejemplo de un complejo escaparate de la representación de lo etéreo. Que busca excitar al natural desasosiego que todos llevamos por dentro. Que utiliza la provocación de la felicidad, de la belleza, del sosiego mediante una imagen idealizada para avivar sigilosamente en uno el temor de lo desconocido y vendernos la inasequible calma. Es todo un acto de magia.
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