viernes, 25 de enero de 2008

El poder de la báscula (III)




La India es un gran bazar. Nada para reconocer que tal que observar la profusión de básculas en sus tiendas. Mil y una cosas se venden por peso; desde víveres a cosméticos y, sin olvidar, el oro y la plata, en forma de joyas, refugio de la riqueza de las mujeres de las castas más bajas. Las transacciones comerciales diarias del pueblo están relacionadas con la actividad de pesar. En las tiendas y en la buhonería el comprar arroz, harina, lechugas, garbanzos, clavos, cadenas, caramelos, especias, nueces, polvo de bermejo, un sinfín de objetos se someten a básculas de incierta precisión.

Durante mi recorrido por algunos esparcidos caseríos del desierto de Thar, y, más precisamente por la aldea de Alsisar, presté especial atención al raudal de básculas de variados tamaños y tecnologías con pesas a simple vista de dudoso peso. Aún así observé que las actividades de comprar y vender se realizaban con poca discrepancias al no escuchar mucha algarabía ni ver gestos que demostraran rechazo entre las partes. ¿Será esto una demostración de ingenuidad o es una muestra de honestidad? Una vez más la dificultad de comprender para el no indio la impenetrable cultura india muéstrasenos en la sencillez del poder de la báscula.

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