lunes, 24 de marzo de 2008

Picasso


Picasso fue el gran depredador de ideas y así era conocido por sus amigos artistas y por Matisse quien sentenció en una carta a su hijo Pierre sobre una visita que le hizo Picasso mientras yacía enfermo en su cama: llegó, vio, se fue y se llevó mis ideas, así describió Matisse la visita que hizo Picasso en un día cualquiera de 1946. Picasso, era además el pintor sin estilo aparente, que trabajaba en varios estilos desarticulados a la misma vez, confundiendo tanto a críticos como avezados artistas, que no percibían que su continua variedad, era donde yacía su genialidad como artista plástico. A los 26 años ya había creado Las señoritas de Avignon. Solamente Matisse –su igual contemporáneo y artista- reconocía la verdad y sus críticas lacerantes inculpaban a Picasso de todo menos de no ser un genio.

Picasso se había ido de España desde muy joven para vivir en el fabuloso París de la avant la guerre y de la entreguerras. Mentalmente había abandonado definitivamente a su querida España al termino de la Guerra Civil Española. El impacto emocional que tuvo sobre él, el criminal acto de Franco y su aliado Hitler, al bombardear a mansalva el pueblo de Guernica, fue su punto de inflexión. Se fue de España moralmente y físicamente al caer la República y con ello la instauración de un régimen fascista en su patria. Salió de España para no volver jamás. El tiempo político no le favoreció y tuvo que vivir bajo la horrenda ocupación nazi en Francia. Su acérrimo y fulgor antifascismo le hizo vivir como el judío errante que jamás estaba conforme dónde estaba pues añoraba su patria. Quiso ser francés, país que acogió para vivir su vida, pero cuyo país mezquinamente le denegó la nacionalidad, para la gloria de España. Murió con su corazón en España. Murió español.

En España se encuentran pocas grandes obras maestras de Picasso, pero Picasso quiso que su gran obra, Guernica, residiera en España para siempre, como recordatorio a las nuevas generaciones de españoles para que su pasado fascista no circunde el olvido y esté siempre presente el horror de la destrucción y de las muertes causadas por la dictadura franquista. La transición y la democracia tampoco se enfrentaron a los criminales franquistas ni por sus horrendos crímenes ni por haber usurpado el poder ilegítimamente por 40 años. Se permitió que fortunas hechas al costado de Franco, oportunistas políticos ávidos de poder, asesinos y torturadores, continúen viviendo abiertamente dentro de la sociedad española sin expiar sus trasgresiones. Quizás leyendo la historia y visitando al Guernica de Picasso, y con sencillos homenajes como esta Plaza de Pablo Ruiz Picasso en Madrid, sirva para no olvidar lo que no se debe olvidar.