La sugestión de lo invisible
Aprender a ver es descubrir y aprenderse a verse es descubrirse y el autorretrato es el ejercicio que el artista utiliza para conocerse a sí mismo. A través de la historia tenemos grandes artistas que se han pintado así mismos: Rembrandt, Velázquez, Manet, entre otros. La fotografía no escapa del artista en la utilización del autorretrato. Los grandes maestros de la fotografía como Edward Steichen, quien se autorretrató brillantemente en sus conocidas obras: Portrait of a Young Man y en With Photographic Parapharnelia*; y la autentica Cindi Sherman que se rehace en cada autorretrato, son los mejores ejemplos.
Confieso que el autorretrato es algo que trabajo con incierta intensidad y podría decir que cada una de mis fotografías son autorretratos pues son imágenes que reflejan mi ser en el momento cuando las he realizado. Mi fotografía, “Biblioteca o espejo”* es sin duda un autorretrato; no disimilar al autorretrato de Vermeer en L’atelier*, con respecto a que juego con la apariencia y la ilusión de un autorretrato: la sugestión de lo invisible. En todo autorretrato la relación del modelo vis a vis el artista se encuentra perturbado puesto que los dos se fundan entre sí: mientras el fotógrafo se fotografía a sí y el modelo se ve a sí mismo mientras él mismo se fotografía: es una relación infinita e inacabada que no termina nunca. Y el autorretrato que les presento es una versión más de mí que reflejó mis angustias existenciales mientras disparaba el obturador de mi cámara el 15 de abril a las 17 horas.